DE REGRESO. El artista vuelve a la Sala Rivadavia, donde ya expuso en 2002. / ANTONIO VÁZQUEZ
Cultura

Las 'arquitecturas' de Pérez Villalta se encuentran en la Sala Rivadavia

El artista gaditano presenta una selección de 60 fotografías realizadas desde los 70 con las que reivindica «todo lo popular, casi eliminado por la cultura de masas»

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La «enfermedad» fotográfica de Guillermo Pérez Villalta comenzó 1974, y no terminó hasta 1986, cuando su equipo «desapareció extrañamente en Jimena». Primero fueron casas. Después llegaron los garajes, las iglesias, los cines y las gasolineras. En su época de estudiante decidió visitar a un amigo a Valencia y se sorprendió de las curiosas estructuras que rodeaban el balneario de las Arenas, a orillas de Mediterráneo. Las fotografió. Poco a poco fue descubriendo las particularidades estéticas de las distintas formas de arquitectura urbana y encerrándolas en la lente de su cámara.

«Yo entonces, era crítico con las enseñanzas ortodoxas que se impartían en la Escuela, y allí me encontré con una idea nueva y apasionante: las arquitecturas sin arquitectos». Los creadores de aquellas obras no eran grandes nombres, como Van der Roer («si él era Dios, yo odiaba a Dios»), sino los propietarios, albañiles, los maestros que forjaban las rejas o los que integraban vídrios en las fachadas», explica.

El resultado de esos procesos sucesivos de exploración de su entorno cercano es Arquitecturas Encontradas, una muestra rica de destellos de originalidad que presenta a un Guillermo Pérez Villalta embarcado en un proyecto singular: «Estaba tan obsesionado con el tema que salía a todas partes con la cámara, por si me encontraba alguna maravilla».

La propuesta final, que puede verse desde ayer en la Sala Rivadavia, consta de una selección de 60 fotografías de un total de 700 instantáneas que recogen edificios originales, bien por su planteamiento, bien por la inclusión de elementos de vanguardia en su condición de arquitectura popular, además de un audiovisual en el que pueden verse el continuo de todas las imágenes.

Pérez Villalta, durante la presentación de la muestra, organizada por la Fundación Provincial de Cultura, recalcó algunos de los principios que movieron su interés por esas edificaciones que «algunos consideraban monstruosas, pero que a mí me encantaban».

El primero fue la indagación en lo que define como «neomoderno»: «La utilización de elementos de vanguardia por las clases populares, que los suelen tomar, por ejemplo, de los medios y que después aplicaban de forma heterodoxa».

Era algo muy habitual «en los 50, cuando la prensa y el cine pusieron de moda el surrealismo de Dalí que, una vez filtrado, adquiría unas formas extrañísimas en toda suerte de objetos cotidianos». El segundo es «lo popular actual», una continuación de la arquitectura popular «pero con nuevos materiales constructivos»: el cemento, los techos de uralita, los bloques prefabricados, la carpintería metálica crearon una periferia distinta en la que la necesidad era la madre del ingenio.

A Pérez Villalta le interesaban especialmente «la arquitectura del reciclaje» y la «arquitectura cutre». Barandillas con botellas de cerveza, maceteros escultóricos, fachadas de «una extraña simplicidad» que atraían poderosamente la atracción del artista y que «incorporaba inmediatamente a su colección».

dperez@lavozdigital.es