somos doscientos mil

Un poco chapuza

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Me veo en la ineludible obligación de escribir unas líneas sobre la nueva red de autobuses, al entender que, hoy por hoy, es el tema que está en boca de todos los jerezanos. Y lo hago desde el firme convencimiento de que el nuevo diseño de tales líneas, es fruto de la improvisación más absoluta, así como del afán por cambiar aquellas cosas que nadie ha solicitado. Es cierto que a los autobuses, puntualmente, les hacen falta algunos retoques: que si prolongar una línea a un nuevo barrio, que si poner una parada donde acuden muchas personas, que si adquirir nuevos vehículos y poco más. Todo lo que sea modificar por el simple placer de decir: «esto lo hice yo», no deja de ser más que un ejercicio de egoísmo y autocomplacencia que a pocos convence. Uno tiene la impresión de que con este tipo de medidas, nuestro equipo de Gobierno Municipal busca algo, que ya parece inherente a su forma de gobernar, consistente en eliminar cualquier cosa que recuerde a los jerezanos que hasta hace poco tuvimos otro Alcalde.

Pero como uno debe basar sus críticas en argumentos sólidos, permitan que les ponga un ejemplo real de la improvisación de esta nueva red de autobuses, utilizando para ello la línea que mejor conozco –por ser asiduo de la misma– la anterior línea número 17 (ahora creo es la 16 y no comprendo porqué también se le cambia la numeración), que realiza el trayecto Rotonda de los Casinos-Hipercor y vuelta.

Antes de la reforma, el autobús salía de los Casinos y por Alameda Cristina y Avenida, llegaba al centro comercial. Desde ahí regreso, retornando por Camino de Espera hasta El Bosque, para enfilar la Avenida y llegar a su primitivo origen. Claro, simple y rápido. Llega la reforma y el autobús alarga su recorrido hasta la zona de Pozo Albero, lo cual era necesario y forma parte de los retoques puntuales a realizar. Sin embargo, su primitivo recorrido se ha alargado innecesariamente a través de calles congestionadas. Ahora el trayecto incluye llegar hasta la Rotonda de la Venencia, tanto a la ida como a la vuelta, pasando por calles estrechas en las que a menudo queda atascado. No existen paradas, que se van construyendo a toda prisa conforme alguien observa que los usuarios esperan a la intemperie. Incluso, ha sido necesario habilitar giros de tráfico en intersecciones donde hasta ahora estaba prohibido, en concreto al salir de la calle San Juan Bautista al Camino de Espera en su recorrido de ida. En resumen, mi autobús ha pasado de 36 recorridos diarios a 32. Si antes por la mañana pasaban tres autobuses a la hora, tras la reforma la espera mínima es de media hora en la parada, pues la frecuencia ha bajado a dos por hora, e incluso a veces tan sólo uno. Lo que antes era un recorrido de diez minutos entre el centro e Hipercor, mágicamente ha pasado a convertirse en más de media hora subido al tranvía.

Si de ese modo los gobernantes pretenden que yo, y miles de ciudadanos más, dejemos aparcado el vehículo, la verdad es que lo llevan absolutamente crudo, pues la impresión que ofrece esta nueva red es que la misma ha sido concebida por algún asesor que, desde su enmoquetado despacho y gracias a un más que escandaloso sueldo, posiblemente chofer incluido, jamás ha visto ni tan siquiera un autobús por dentro.

Si a ello añaden las múltiples quejas: de los trabajadores del mercado de abastos, de los empleados de la propia empresa de transportes, de los vecinos de las barriadas más dispares, Jerez rural incluido, comprenderán que algún lumbreras ha decidido reorganizar los autobuses a su antojo, sin preocuparse de si la medida era necesaria, si las calles por las que se circulará son adecuadas, si existen prohibiciones de trafico, si con ello se mejora o no el servicio, o si se alarga el recorrido hasta la desesperación. Eso sí, como uno pierde más tiempo en el autobús, también tiene más oportunidades para acordarse de la mare que parió al que diseñó las nuevas líneas