Se alquila cementerio

Por muy estrecha que se haya quedado la franja de Gaza todavía caben más muertos. La invasión israelí ha sido bastante completa: por tierra, mar y aire. Ya van 500 muertos, pero como siempre ocurre las cifras son muy imprecisas, ya que el número de víctimas aumenta a medida que fallecen los heridos de mayor gravedad. Por su parte, Hamás ha respondido a la invasión profetizando que el territorio "será un cementerio para el enemigo sionista", que de momento ya ha dividido al mundo islámico.

Menos mal que Oriente Próximo nos pilla lejos. También la noticia de la invasión se nos sirve matizada. Para algunos su motivo exclusivo es acabar con el terrorismo de Hamás, pero otros sospechan causas más enrevesadas, que pueden envolver a varios países en el conflicto. La neutralidad informativa no es que sea difícil: es que es imposible. Nadie puede ser objetivo, ni siquiera manejando un objetivo, y vamos a ver fotografías de niños destripados que sólo van a depender del ángulo desde donde sean tomadas, sino del punto de vista del fotógrafo o de la perspectiva de la agencia. No es fácil hacerle caso a Charles Morgan, que decía que registrar los hechos es función del periodismo y que comentar esos hechos sigue siéndolo, pero que adaptarlos a un orden conveniente o a una ideología determinada es mentir. Sólo intentar penetrar en ellos es ser artista, pero corren malos tiempos para el arte.

Todos tenemos arte y parte en esta nueva guerra que empieza con el nuevo año. Gran desolación. Ya sabemos cómo serán las primeras páginas de los diarios y las primeras palabras de las noticias de televisión: unos partes de guerra difícilmente imparciales, ya que el bosque de nuestros muertos nos impedirá ver los cadáveres y contarlos.