AL MANDO. Fidel carga con su fusil, en una imagen tomada en diciembre de 1958 en su campamento de Sierra Maestra. / AFP
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El refugio de los barbudos

Sierra Maestra, el cuartel en el que Fidel hizo fuerte a su ejército rebelde, se ha convertido en un santuario revolucionario repleto de visitantes

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Los 82 expedicionarios del yate Granma, entre ellos Fidel y Raúl Castro, Ernesto Che Guevara, Juan Almeida y Ramiro Valdés, se internaron el 2 de diciembre de 1956 en las aguas cenagosas próximas a la playa Las Coloradas, en el extremo oeste de la costa sur, tratando de evitar a las tropas del coronel Fulgencio Batista. Fueron descubiertos y la aviación los atacó el día 5.

Ése fue el comienzo de poco más de dos años de vida nómada en las sierras y de numerosas escaramuzas. Para el día 15, los casquitos, como llamaban a los soldados, habían logrado exterminar a casi la mitad de los viajeros del Granma. Tres días después se produjo el reencuentro de los dos hermanos en la finca de Mongo Pérez, en Cinco Palmas. Una conversación entre ambos dio origen a una frase para la historia. «¿Cuántos fusiles tienes?», preguntó Fidel. «Cinco», dijo Raúl. «Y dos que tengo yo son siete. ¿Ahora sí ganamos la guerra!».

Los rebeldes escaparon en Sierra Maestra del Ejército, tratando de agruparse para reorganizarse. Mientras, empezaron a sumar refuerzos en las filas con la incorporación de campesinos. También en las ciudades se reconstruyó el Movimiento 26 de Julio.

Según el relato del Che, llegaron a la zona del río La Plata el 14 de enero. Todo su arsenal eran «nueve fusiles con mira telescópica, cinco semiautomáticos, cuatro de cerrojo, dos ametralladoras Thompson, dos pistolas ametralladoras y una escopeta calibre 16». El 17 de enero de 1957 atacaron el cuartel y lograron la primera victoria del ejército rebelde, constituido en diciembre.

Entre marzo y abril ya sumaban 80 hombres. El estado mayor del ejército rebelde quedó instalado desde aquellos primeros días en la Comandancia de La Plata. Llegaron a tener 18 cabañas de madera y techo de hoja de palma que servían como dispensario, cocina, oficina de prensa y vivienda para Fidel.

En el 2005, el huracán Dennis sólo dejó en pie tres casas, entre ellas la utilizada por Fidel Castro, que se dividía en dos partes, el dormitorio-estudio exclusivo para él y una cocina comunitaria. En una de las cimas se instaló la primera emisora de Radio Rebelde que emitía partes de los barbudos, como los conocían los campesinos. La Comandancia fue declarada Monumento Nacional.

Carteles

Con el paso de los años, el lugar se ha convertido en un santuario revolucionario. Enclavado en el Parque Nacional Turquino, es visitado por estudiantes, turistas y cubanos que desean ver por sí mismos la cuna de la revolución. La forma más cómoda para llegar es salir de Bayamo, la capital de Granma, a hora y media de coche desde Santo Domingo.

A cada tramo hay carteles que rememoran la gesta: Ante el bloqueo multiplicaremos nuestro esfuerzo y abnegación, El esfuerzo nos dará la victoria o Chequear y controlar, ésa es la clave. Junto a un No hay tregua, compay, que arropa una figura de José Martí, el héroe nacional, y otra del Che, puede verse una ilustración que está fuera de lugar: Evitemos el sida usando el... y dibujan un preservativo con lo que parece una flor dentro.

En acceso final a la sierra hay que hacerlo en jeep. Después son más de tres kilómetros de estrecha senda. A cada lado del camino hay profundos barrancos cubiertos de espesa vegetación

Lo primero que encuentra el visitante que llega la Comandancia de campaña es la cabaña usada como hospital y la clínica dental donde el Che hizo su primera operación estomatológica.

Más arriba hay otra mayor que exhibe objetos de aquella época. Le sigue la oficina en la que se trabajaba en la redacción de leyes. Más abajo está la casa de Fidel. Prácticamente cubierta por la frondosa vegetación. Y si la subida fue dura, la bajada fue peor, casi de costado. Algunos de los expedicionarios modernos tienen que bajar de espaldas los últimos kilómetros para evitar salir rodando.