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El mundo al revés

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No hace mucho hablaba con un grupo de amigos sobre las razones por la que el activismo ecológico de los años 90 en Andalucía acabó diluido como un pato de Doñana en una balsa de Alnazcóllar. Jose Vicente hizo entonces un repaso de los nombres de aquellos líderes y concluyó que el que no tenía una plaza en una Diputación era director de un parque, editaba cada año un libro subvencionado o dirigía una activa asociación sustentada no sólo en las ayudas públicas sino también en los criterios, planes, proyectos y programas del delegado o consejero de turno. Y se acabó gran parte del ecologismo crítico de entonces capaz de poner contra las cuerdas a más de un gobierno.

Años después, esta estrategia pública está inoculada en nuestro adn de tal forma que los jóvenes de la Fábrika parecen bichos raros. La Fábrika es una asamblea que lleva cinco años de actividades culturales en Cádiz (muchas más que todas las del Ayuntamiento de Cádiz, la Diputación y la Consejería de Cultura juntas) sin recibir subvenciones públicas ni alinearse con ideología política alguna. Algún avispado pensará que después de tanto esfuerzo, bien merecen una subvención. Pues no.

Su razonamiento es aún más interesante: «Nosotros nacimos para responder a la necesidad de un espacio en el que la gente desarrollara sus inquietudes de manera fácil. Cuando no haya participación será porque no haya esa necesidad, así que habremos cumplido nuestro objetivo». Así respondió Joaquín Bustamante a una de las preguntas del periodista Chapu Apaolaza.

Todavía no nos hemos dado cuenta de que el poder político actual es incompatible con muchas cosas. Y una de ellas es con la independencia cultural y crítica. Por ello extraña mucho más la iniciativa www.resistencia2012.org puesta en macha por el Instituto de la Juventud (Injuve), del Ministerio de Igualdad y del Consorcio del Bicentenario bajo el rimbombante y cómico nombre de Plan de Acción para la Celebración del Bicentenario de la Constitución de 1812 y los Valores Democráticos entre la Juventud.

Que el poder pretenda organizar (y por tanto controlar) la movilización y acción juvenil y su capacidad crítica es de risa y un síntoma más de esta sociedad burocratizada hasta el esperpento, adocenada e inmovilizada. Será porque los políticos que la impulsan nacieron, crecieron y se desarrollaron en una burbuja política, por supuesto subvencionada. Del colegio a la universidad, al partido político, al cargo público, a la lista electoral, al coche oficial, a la clase business, a la renta vitalicia y al retiro merecido tras una larga trayectoria cargada de reconocimientos, medallas, homenajes y galardones como gratitud por una subvención. Son los miembros del Club de los 3.000, integrados por jóvenes cachorros del PSOE y del PP que a los veintitantos no han conocido otra cosa que la política, el aparato del partido, un curso de cómo hablar en público y una nómina de 3.000 euros al mes como concejal, diputado o parlamentario.

Por lo menos, la generación de Felipe González y José María Aznar aprendió antes a buscarse la vida y en su juventud consideraba la política el medio para cambiar el mundo y no el fin de una plácida existencia.

El poder político anda desbocado en su objetivo de controlarlo todo hasta el mínimo detalle, de dirigir nuestras vidas. Por ello es tan importante el control de su actividad, de las cuentas públicas, de sus decisiones y pedirles explicaciones por ello. La victoria en unas elecciones no es un cheque en blanco.

La ministra de Igualdad se enfada cuando se critica su red www.resistencia2012.org. Quizá debería haber puesto el grito en el cielo -y no lo hizo- cuando se publicó que un único funcionario (y de 8 a 15 horas, de lunes a viernes) vigila a los 80 presos en tercer grado con pulseras de control remoto en la Bahía de Cádiz, lo que evidencia la posible desprotección durante la mayor parte del día de muchas víctimas con órdenes de alejamiento de sus maltratadores. Lo peor es que ni protestó la ministra, ni sus compañeros diputados por Cádiz ni siquiera la oposición del PP. ¿Qué más da?, pensarán. Es sólo un sarampión de la prensa. Al día siguiente nadie se acordará de que un único funcionario (y de 8 a 15 horas, de lunes a viernes) vigila a los 80 presos en tercer grado con pulseras de control remoto en la Bahía de Cádiz. Con todo lo que cuesta contratar a otro funcionario y la necesidad que hay de destinar ese dinero a cursos de formación en inglés o manualidades para desempleados, comentarán otros.

FÚTBOL BASE

Un presidente de un club de fútbol base que amenaza e insulta a un árbitro y que, además, es condenado por ello no puede seguir siendo presidente. Es preciso mano dura con aquellos mayores (directivos, entrenadores y sobre todo padres) que convierten el deporte escolar en una brutalidad y se olvidan del principal objetivo del deporte a esa edad: la formación Bibiana Aido y Gaspar Zarrías se han metido a activistas juveniles. La campaña que ayer presentaron anima a los jóvenes a movilizarse y a gritar. Y todo ello con un look entre Nunca mais y anti nuclear. ¿A donde llevará esta campaña? ¿Contra quién o qué hay que gritar? Eso de tomarse a chufla el activismo juvenil y creerse que los jóvenes son como borregos que gritan a la orden de ya puede costarle a ambos más de un disgusto.

macastillo@lavozdigital.es