Opinion

Incondicionales y veleidosos

Supongo que usted, al igual que yo, se excederá en las compras de Navidad. Aun sabiendo que todavía nos queda el postre de las rebaja. Por eso he decidido hoy hablar de los tres tipos de clientes que existen: en primer lugar están los incondicionales, es decir, los que siempre compran los mismos productos y las mismas marcas. Son clientes fieles que no sólo están satisfechos, sino que también hacen gala y ostentación de pertenecer a determinados grupos. Después están los incondicionales. No,

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

no me he equivocado, me refiero a los incondicionales del lado opuesto, es decir, si los primeros son los incondicionales del negro, los segundos son los incondicionales del blanco. Y por último están los veleidosos, los que un día compran blanco y al día siguiente prueban negro.

Generalmente son clientes insatisfechos, clientes que están siempre buscando algo mejor, aunque muchas veces no sepan exactamente qué. Estos veleidosos son los culpables de enriquecer o arruinar una empresa, son

los que imponen la moda del negro o la moda del blanco y, quienes quitan o ponen rey, dependiendo únicamente del lado hacia el que fluctúen.

Los investigadores de marketing examinan los mercados, los productos, los canales de distribución, los precios, los comportamientos y las opiniones de los consumidores. También se preocupan por agrupar datos, datos que permitan pronosticar el futuro que se nos, o mejor dicho les, avecina. El marketing en contra de lo que muchos piensan, no se basa en otro elemento, que en el sentido común -que paradójicamente es el menos común de todos los sentidos-, la búsqueda y el hallazgo de personal que posea el talento adecuado son el mayor y continuo problema del marketing.

Obtener información acerca del comportamiento de los veleidosos es vital para las empresas. Es la mejor herramienta de que disponen y con ella podrán conseguir que los veleidosos se inclinen hacia sus intereses. Una vez conseguido el objetivo -no sé por qué- se implanta la oligarquía, se aplica la ley del rodillo y donde dije digo, como ahora tengo el poder que me dan mis clientes, digo Diego. Yo digo cómo hay que envasar los productos, cómo se etiquetarán, cómo se distribuirán y el precio más adecuado. Y que no se preocupe nadie por consumir algún producto caducado, porque incluso pasados de fecha; nuestros productos son sumamente buenos. Cuando al gerente se le queda grande el puesto, el éxito lo embriaga, los efluvios se le suben a la cabeza y no cesa de decir tonterías, es justamente cuando comienza la cuenta atrás. Así los veleidosos que antes entronizaron a un grupo o empresa, ahora son los encargados más notables de desprestigiar lo que antes era lo mejor. Se dice que alguien que come caro y mal en un restaurante, como mínimo se lo dice a diez personas, entre ellas hay que incluir al cuñado imbécil redomado y al compañero de trabajo que no soporta nadie y que está siempre haciéndote la puñeta.

Francisco Rodríguez Apolo. Jerez