SALA COMPAÑÍA. Orellana regresó a Jerez en 2001. / T. SÁNCHEZ
ENRIQUE ORELLANA DIRECTOR DE LA CORAL POLIFÓNICA DE CAPUCHINOS

«A la gente le da miedo la música clásica y no sabe lo que se pierde»

El músico jerezano ha sido uno de los primeros violines de la Orquesta de RTVE Dirige la Coral Polifónica de Capuchinos que ofrecerá hoy un recital navideño

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Tras su amplia experiencia de 36 años como violinista de la Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión Española, Enrique Orellana volvió a su tierra natal, Jerez, en 2001. Hoy es el director de la Coral Polifónica de Capuchinos, que está culminando la celebración de su veinte aniversario.

-¿Qué se ha encontrado en la Coral de Capuchinos?

-Fue una sorpresa que me llamaran porque nunca me he adentrado en el mundo de la dirección. Fui primer violín de la Orquesta del Conservatorio y he asistido a tantas clases que se me ha ido quedando y ahora lo estoy poniendo en práctica. Francisco Fuego, párroco de Las Nieves, me ofreció formar un coro en la parroquia que está funcionando. De ahí vino que me llamaran de la Coral de Capuchinos. Por cierto, que invitamos a quien quiera cantar en un coro que se sume a nosotros, que lo vamos a pasar muy bien y en los ensayos se olvidan los problemas. Nos faltan voces, sobre todo, de hombres porque hay una gran mayoría de mujeres

-¿Qué plantea para la Coral en 2009?

-Poco después de la Navidad, viene la Cuaresma y algunas cofradías cuentan con la coral para sus actos. También queremos hacer un concierto a final de primavera con polifonía de tipo popular. Lo que hay es mucho trabajo y a mí el trabajo de la música no me asusta. Para tocar el violín se necesitan muchas horas de estudio encerrado en una habitación y yo me he llevado todas. La coral requiere un sacrificio. Son dos días a la semana de ensayo y a veces cuesta.

-¿Hay afición a la música en Jerez?

-Muchísima y desde siempre. Yo empecé a estudiar música gracias a mi padre, que era tenor lírico (José Orellana). Desde que nací estoy oyendo cantar romanzas de zarzuela o arias de óperas como Tosca o La Bohème. Lo tengo grabado y después de haber oído a los más grandes, creo que lo hacía francamente bien. Y había otros como Francisco Martín, Julián López Camacho, José Caballero...

-¿Y qué piensa de la situación de la enseñanza musical?

-Hay mucho ambiente de educación musical pero haría falta más rigurosidad en la enseñanza, en la cuestión técnica. A la hora de interpretar la música cada uno lo hace como lo siente. Bach dejó la partitura escrita pero si el intérprete no tiene una buena técnica... Cada uno hace su versión sobre las mismas notas pero hay matices que cada uno interpreta de una forma aunque todo está basado en la técnica. Si lo que uno quiere interpretar está superado por la falta de técnica el resultado es malo. Eso se echa en falta en la enseñanza actual. Tengo alumnos de violín y me encuentro serios problemas. Veo que hay cosas que técnicamente no pueden superar. Otra cosa es que desde que vine a Jerez, en 2001, me he ofrecido a colaborar en todos los sitios donde se hace música y sigo en casa. Lo único importante que tengo es la Coral de Capuchinos. Lo que digo es que la escuela de fútbol tiene a antiguos futbolistas como entrenadores. Yo salí del Conservatorio Joaquín Villatoro cuando era la Academia de Música. En cuatro años superé seis cursos de violín y solfeo y el séptimo ya lo hice en Madrid. Yo ya sabía algo de música porque mi padre me había llevado a una profesora que vivía cerca de casa. Mi hermano era más estudioso que yo y tocaba el piano. El rato que no estábamos en el colegio, él ocupaba el piano. Mi padre tenía un violín al que le puso unas cuerdas y me lo dio. Terminé la carrera en el año 64 e hice las oposiciones. Me incorporé a la orquesta en enero de 1965 y allí estuve 36 años. En total, 42 años en Madrid.

-¿Sus hijos también han elegido este oficio?

-Les gusta la música pero no han sido profesionales.

-¿Cree que la música se debe mamar desde pequeño?

-Conviene, sobre todo, que al crío pequeño le hagan oír música clásica. La gente le tiene miedo a la música clásica y no sabe lo que se pierde. Yo tengo un nietecito que cuando tenía dos años se quedaba con la boca abierta escuchando conciertos y meneaba la manita con un ritmo increíble.

-Pues más vale que no regale el violín...

-Qué va. En 2011 mi violín cumplirá 300 años.

-Volviendo a la coral, el concierto de hoy es el último acto de celebración del XX aniversario.

-El domingo repetimos el concierto en un encuentro de corales en Córdoba. Veinte años es una edad considerable ya para un coro. De los fundadores quedan ocho componentes y algunos que entraron poco después. Es digno de admiración.

-¿Hacia qué se debería dirigir ahora la coral, tras veinte años?

-A que el grupo humano sea mayor, necesitamos voces. Ahora se ha iniciado el proyecto de escuela de canto con una profesora que va a darnos clases. En seis meses empezará a notarse. También me gustaría que en el concierto del final de primavera se empiece a ver mi manera de hacer música. Una coral es como una arquitectura, si todas las columnas están correctas, el edificio no se viene abajo y si hay alguna que desvía el ritmo, se cae. Después viene la interpretación.

vmontero@lavozdigital.es