DESPLIEGUE. Las fuerzas de seguridad acordonan unos grandes almacenes tras un aviso de bomba. / AP
ANÁLISIS

Dinamita en la Navidad de París Estratagema terrorista

Un misterioso grupo que defiende la causa afgana coloca explosivos sin detonador en un gran almacén La Policía duda de la pista islamista por la extraña redacción del aviso

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Cinco cartuchos de dinamita, sin sistema de detonación, fueron descubiertos ayer en unos grandes almacenes de París en el lugar exacto indicado en un comunicado firmado por un grupo desconocido que exige la retirada de las tropas francesas de Afganistán. Las autoridades dudan de si se trata de un aviso serio o de una manipulación pues ni el texto de la reivindicación, redactada por el misterioso Frente Revolucionario Afgano, ni el modo operatorio coinciden con las prácticas habituales del terrorismo islamista.

Una carta, con matasellos del lunes por la tarde en una estafeta del este de la capital, anunció ayer a la agencia France Press la colocación de explosivos en los aseos de Printemps-Homme, en una de las zonas comerciales más frecuentadas del centro de París, en plena campaña de Navidad. La agencia ya había recibido la semana pasada una amenaza de bomba en los mismos almacenes realizada desde una cabina telefónica de idéntico sector urbano. En esta ocasión, el comunicado emplaza al presidente francés, Nicolas Sarkozy, a retirar antes de febrero los 2.600 soldados desplegados en Afganistán en el marco de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), bajo mando de la OTAN. «De lo contrario volveremos a la acción en vuestros grandes almacenes del capitalismo y esta vez sin advertencias», amenaza.

«Os aseguro que no es una farsa, así que avisad rápidamente a las autoridades competentes o tendréis sangre en las manos», finaliza el documento firmado por el F. R. A. y culminado con un «Viva Afganistán libre».

La ministra del Interior, Michèle Alliot-Marie, declaró que la dinamita, «relativamente antigua», había sido localizada en una cisterna de los aseos de mujeres de la tercera planta. «El dispositivo no era operativo y no podía explosionar», aseguró a las puertas del comercio, que fue evacuado y permaneció cerrado al público durante buena parte de la jornada. El explosivo, de unos 500 kilos de peso total, fue detectado por un perro adiestrado en el lugar señalado por el mensaje. «Los servicios antiterroristas piensan que se trata más bien de una advertencia, pues todo estaba indicado para encontrar los explosivos», señaló una portavoz de la Fiscalía de París, que ha encomendado la investigación a la sección especializada de la Brigada Criminal. Gérard Gachet, portavoz del Ministerio del Interior, precisó que las pesquisas contemplan la hipótesis de una manipulación, pues «el lenguaje utilizado no es islamista, aunque no se puede descartar nada».

Entre los expertos franceses en movimientos yihadistas reina el escepticismo. Les llama la atención la ausencia de «fraseología político-religiosa», como las habituales citas del Corán. La referencia al capitalismo les hace pensar en una autoría inspirada por la crisis económica y la terminología marxista. El colofón del comunicado les hunde en la perplejidad pues les recuerda más al histórico «Viva Quebec libre» lanzado por el general De Gaulle que a la retórica clásica del islamismo radical, donde las referencias nunca son al Estado sino a la comunidad de musulmanes.

Sarkozy, que apeló a la prudencia y la moderación, defendió que «la vigilancia frente al terrorismo es la única línea posible, porque por desgracia puede pasar cualquier cosa, y la firmeza, porque no transigimos frente a los terroristas, los combatimos». Por su parte, el primer ministro francés, Francois Fillon, dijo que la «amenaza terrorista contra Francia es fuerte» por ser un país «comprometido en la defensa de la libertad». París constata la astucia de los que manejan los hilos del terrorismo islamista. La satisfacción inmediata de ver morir a decenas de «capitalistas» tan sólo habría supuesto una breve victoria. Habría sido harto improbable que el Gobierno Sarkozy hubiera retirado uno solo de los casi 3.000 soldados desplegados en el frente afgano. Una matanza únicamente habría exacerbado el chauvinismo del pueblo francés, demasiado orgulloso de su pasado como para rendirse a la provocación del terrorismo, generando al tiempo un apoyo incondicional al despliegue, e incluso al refuerzo, de tropas, aún cuando muchos ciudadanos estuvieran íntimamente en contra. Ya sucedió en abril, cuando Sarkozy decidió incrementar en un 50% las fuerzas francesas desplegadas y participar en operaciones de combate. La gran mayoría de los franceses se opuso a la medida, incluyendo los principales pensadores estratégicos. Sin embargo, tras el fallecimiento de diez militares en una emboscada el 18 de agosto, pocas voces se atrevieron a alzarse para pedir la vuelta a casa de las tropas. La grandeur histórica del pueblo francés no lo permitía en ese momento. Con todo, el mensaje enviado ayer sobre la capacidad para colocar explosivos incluso en los lugares más emblemáticos del país que dispone de uno de los mejores planes antiterroristas puede abrir una brecha en la sensibilizada opinión pública europea, muy poco proclive a la presencia de sus tropas en Afganistán y menos aún a incrementar su número. Cuando se apunta que la presencia talibán ya se deja sentir en el 75% del territorio afgano, el aumento significativo de fuerzas de la OTAN parece convertirse en un imperativo, si no para conseguir un casi imposible éxito inmediato en tan complejo, hostil y compartimentado escenario, sí al menos para evitar un fracaso estrepitoso, que dejaría a la Alianza huérfana de prestigio e incluso de significado.

Precisamente en el momento en que muchos países europeos de la OTAN están buscando fórmulas con que justificar ante sus ciudadanos la previsible ampliación de efectivos militares en Afganistán demandada por la nueva Administración norteamericana, con este acto los terroristas islamistas-talibanes podrían estar más cerca que nunca de alcanzar su objetivo estratégico de evitar este envío de refuerzos.