Opinion

El opio del pueblo

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ALLE PORVERA Si Karl Marx levantara la cabeza, se olvidaría de la religión y adaptaría su ya mítica frase a los tiempos actuales: «El ladrillo es el opio del pueblo». Claro que eso hubiera sido antes del principio del fin del boom de la actividad inmobiliaria. Dicho con otras palabras: antes de que se dejaran de construir pisos a mansalva. Ahora sólo queda rezar porque, al cambiar el modelo económico y buscar el sustituto a la construcción como motor de la economía española, la misma frase no se vuelva tan redundante como para decir: «El opio es el opio del pueblo». Y es que, según alertaban ayer la federación provincial antidroga Nexos y la fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Cádiz en unas jornadas sobre tráfico de drogas celebradas en Jerez, el paro y la crisis económica están haciendo que muchos narcos, que con la bonanza habían dejado este sucio negocio, se lo vuelvan a pensar. En este contexto tan peligroso, Jerez, junto a la Sierra y la Costa Noroeste -en especial Sanlúcar- aparecen como lugar estratégico, desplazando a otros como Barbate en importancia. No hay que echarse a temblar, al menos si el ministro del Interior y diputado por la provincia, Alfredo Pérez Rubalcaba, no miente tanto como lo han hecho el presidente del Gobierno o el vicepresidente económico sobre la crisis. Dicen él, y el PSOE, que aquí se va a reforzar la lucha contra el narcotráfico, gracias al SIVE, al tercer Grupo Greco y al apoyo a la petición del tercer fiscal antidroga. También habrá que prestar especial atención al consumo en los jóvenes (a edades cada vez más tempranas) porque ya se sabe que, en tiempos de crisis, la desesperación puede llevar al hombre a hacer caso de la voz que proviene de sus más bajos instintos.