PRISAS. La expedición del Girona llegó sobre las siete a Chapín. / CRISTÓBAL
Deportes

El partido se disputó con 75 minutos de retraso

La plantilla del Girona llegó a Chapín escoltado pasadas las siete de la tarde

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Las precipitaciones y los viajes de última hora entrañan siempre mucho peligro. Ayer el conjunto del Girona lo pudo vivir en sus propias carnes. Con una hora y cuarto de retraso, comenzó el partido entre el conjunto azulino y el equipo catalán. Y es que el Girona llegó al Municipal de Chapín a las 19.00 horas, media hora después de la hora prevista para el arranque del partido. La plantilla, junto con los aficionados que se desplazaban a Jerez y los medios de comunicación, se dieron cita a las nueve de la mañana de ayer en el aeropuerto del Prat de Barcelona, para tomar un vuelo rumbo a Jerez dos horas más tarde. El periplo por el aeródromo catalán comenzó, cuando la compañía aérea informó que la tripulación al completo estaba indispuesta por una posible intoxicación. Según declaraciones del propio presidente del Girona a Punto Radio, la excusa puesta por la compañía era muy poco creíble y argumentó además, que habían ofrecido muy pocas alternativas y soluciones a un problema que no dependía del equipo.

Después de varias horas de espera. Una de las soluciones fue coger otro avión. La odisea comenzó cuando desde el aeropuerto de Madrid, la nueva aeronave se tiene que trasladar primero a Barcelona, para después partir hacia Jerez. Sin tiempo para la reacción, una vez que el avión estaba en el Prat, una nueva piedra en el camino. Había que repostar y la compañía no se hacía cargo de los costes.

Tras unos momentos de incertidumbre y tensión, un directivo del Girona se encargó de los costes, así se soluciona el problema y pasadas las cinco de la tarde, pusieron rumbo a Jerez. Así, llegaron a Jerez y fueron escoltados hasta Chapín, donde pasadas las 19.00 horas hicieron su entrada en el estadio. Cuarenta y cinco minutos después arracó un partido que finalmente tuvo un buen ocaso para la parroquia gerundense.