CÁDIZ

La Policía amiga

Una mañana con la patrulla de barrio en Santa María Los vecinos creen aporta seguridad y fomenta la convivencia

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Recorren a diario las calles de las principales zonas de la ciudad, conocen a los vecinos por sus nombres, los escuchan cuando tienen un problema y median en sus conflictos cotidianos. Aunque también multan cuando tienen que hacerlo, su misión es más asistencial que coercitiva. Por esa vocación de servicio público y la cercanía en el trato con los ciudadanos, los 38 agentes que integran el grupo de Policía de Barrio han logrado hacerse parte indispensable de la vida dentro de la comunidad. Son la cara amable de la Policía Local. Hoy en día cubren en 11 zonas el 80% de la superficie de la ciudad, pero el Ayuntamiento tiene previsto ampliarlo próximamente al 100% con la incorporación de cinco nuevos agentes.

La patrulla de barrios se puso en marcha en 2003 aunque desde el año 2000 ya había cuatro parejas de agentes trabajando en determinadas áreas. Al principio, el servicio comenzó a desarrollarse en La Laguna, Santa María, El Pópulo, Puntales y Loreto; en 2006 se incorporaron La Viña, Mentidero y San Carlos. Los buenos resultados obtenidos y la demanda de los ciudadanos hicieron que en octubre de este año se decidiera extender el servicio a otras cinco zonas. La labor de estos agentes consiste en conocer a fondo la actividad de cada barrio, sus comerciantes, sus representantes vecinales, sus colegios y asociaciones. Y estar en permanente contacto con los agentes sociales para ayudarles a resolver sus dudas y problemas.

Santa María es uno de los barrios donde el trabajo de este tipo de policía se ha asumido como parte fundamental de la vida cotidiana. Desde que en 2004 comenzó a patrullar a pie y en solitario las empinadas calles de esta barriada del centro, Benito Santos se ha convertido en una figura de referencia, más confidente que autoritaria, y siempre cerca cuando se le necesita. Una mañana con él empieza a las 8.30 horas a las puertas del colegio Campo del Sur, donde regula el tráfico para velar por la seguridad de los alumnos y sus padres. Continúa haciendo una ronda de vigilancia por los alrededores de la escuela, donde trata de prevenir posibles casos de absentismo.

Y el recorrido sigue con una patrulla de vigilancia por comercios y bares. El objetivo es hacerse visible y estar atento a cualquier incidencia. Que los vecinos se sientan seguros y sepan a quién pueden acudir. En su caso, como en el de los otros ocho policías que trabajan en solitario, el destino es voluntario y, por tanto, vocacional. Benito reconoce que «para esto hay que tener una sensibilidad especial, ser muy receptivo y sobre todo saber escuchar». Según dice, en una zona donde el 75% de las calles son peatonales la mayoría de las denuncias que pone responden a infracciones de tráfico: motos que circulan por lugares prohibidos y vehículos mal aparcados. Los principales problemas de Santa María son el paro y los dos puntos de venta de droga que aún existen en sus calles. La presencia de la patrulla de barrio funciona como medida disuasoria contra el trapicheo, pero erradicarlo no es parte de su cometido: «Nosotros hacemos de poli bueno; el contacto con la gente, el tú a tú, es lo que más me gusta». Y a juzgar por lo que dicen los vecinos, ese contacto es necesario porque aporta seguridad y fomenta la convivencia pacífica en el barrio. A continuación se recogen algunos de sus testimonios.