GÓNDOLAS Y TURISTAS conviven en las anegadas calles de Venecia. / REUTERS
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Con el agua al cuello

Venecia afronta un nuevo episodio de 'acqua alta', un fenómeno que anega sus calles y convierte a turistas y vecinos en seres anfibios

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El siroco, ese viento del sur que empuja el oleaje hacia el fondo de la laguna, altos coeficientes de marea y el temporal de nieve y lluvia que azota Europa convirtieron ayer a Venecia en una húmeda acuarela, un paisaje semisumergido por el que se movían turistas y nativos convertidos en seres anfibios. El fenómeno no pilla por sorpresa a los descendientes de Venecia, la Serenísima República, que por algo es la novia del mar. Cada año, las calles de la ciudad son más o menos invadidas por el agua gris de las mareas. Pero ayer, la conjunción de los vientos y las aguas, elevaron el nivel de la laguna 1,56 metros por encima de su cota habitual.

Los venecianos improvisan pasarelas de madera para vadear las calles y colocan sacos terreros y planchas de madera para evitar en la medida de lo posible que sus casas queden anegadas. No obstante, ayer hubieron de interrumpirse los taxis acuáticos, el transporte público, la entrada de los ferrys y hasta los vaporettos.

Con todo, la subida del nivel de las aguas fue menor de lo previsto ya que las estimaciones indicaban que el acqua alta podría alcanzar los 160 centímetros, una subida no conocida en los últimos 30 años. En la plaza de San Marcos los turistas debían caminar con el agua a la altura de los muslos. Allí el nivel de la laguna ascendió 80 centímetros.

El alcalde de la ciudad, Massimo Cacciari, calificó ayer de «extraordinario» el nivel alcanzado por la inundación y pidió a los ciudadanos que permanecieran en sus casas. Cacciari ordenó que las sirenas de bomberos y policías sonaran a plena potencia para advertir a la gente de la marea. El fenómeno volverá a producirse a las dos de la madrugada, coincidiendo de nuevo con la pleamar. El nivel más elevado de acqua alta se registró el 4 de noviembre de 1996 cuando las aguas llegaron a 1,94 metros de altura sobre el nivel medio de la laguna. Aquel día, marcado por fuertes pérdidas económicas y de patrimonio artístico, los venecianos decidieron contener las aguas.

Compuertas móviles

Para salvar a la ciudad de esta cíclica acometida de la mar, la Serenissima ha aprobado el plan Moisés. Con una inversión de 3.000 millones de euros, se construyen 79 compuertas móviles sumergidas ante las tres bocas de entrada del mar a la laguna. Está previsto que los días en que los coeficientes de marea sean demasiado altos y se prevea inundación, las compuertas se eleven para cerrar el paso del agua. El proyecto está en marcha y debería inaugurarse el año próximo. Todo apunta a que, como los cimientos de Venecia se hunden cada año más en las grises aguas de la laguna, el uso de las compuertas de Moisés será algo muy habitual.