CÁDIZ

El Cádiz busca una nueva victoria en Carranza ante el Marbella

Gracia aprovecha la intensidad del calendario para mover su banquillo y realizar tres cambios en el once que jugó ante el Écija

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La vida da tantas vueltas que parece mentira que Carranza haya cambiado su semblante en apenas solo unos meses. Los pitos se han convertido en aplausos y la crispación ha dado paso al buen rollo y a la unidad en la grada. También hay bostezos, pero no se parecen en nada a los de an-taño. Los que se ven ahora en las gradas del estadio gaditano se achacan más a la superioridad insultante que el equipo amarillo transmite sobre el campo que a la desidia que rezumaba un equipo lleno de estrellitas pero carente por completo de orgullo. Porque si todo este entorno ha cambiado de la noche a la mañana ha sido por los aires renovados que ha traído un Javi Gracia, que desde el primer día que llegó se preocupó por pedir al entorno que hiciera borrón y cuenta nueva con su equipo. Que los que acababan de llegar no tenían ni pizca de culpa del desastre que se había producido en el mes de junio. Y la afición, sabia como nadie, le respondió -y le sigue respondiendo- como Dios manda.

Esa unión equipo-afición, junto al insaciable trabajo que día a día se lleva a cabo en El Rosal está consiguiendo unos números de récords que de nada servirán si a finales de Liga no se consigue el objetivo obligado.

Catorce partidos, incluída la pájara de Carranza ante el Conquense, han bastado para demostrar que a este Cádiz se le queda pequeña una categoría que, ojo, encierra una última puerta que lleva directamente al abismo o a la tranquilidad del deber cumplido.

Que no decaiga

Visto lo visto, a este Cádiz lo único que se le puede pedir de aquí al final de Liga es que no decaiga la intensidad de su juego. De hecho, y aunque sea mínimamente criticable, en determinados momentos de los partidos el equipo de Gracia experimenta un bajón alarmante que le hace bajar los brazos con ciertos aires de arrogancia en su juego. Como si estuviera jugando contra un pelele. Son esos los momentos que hay que borrar por completo de un equipo que, inconscientemente o no, considera que puede relajarse ante la inferioridad del rival de marras.

La afición disfruta del caminar rápido y seguro de su equipo pero no es menos cierto que anda mal acostumbrada. Con o sin razón, en Carranza no se está sufriendo pero tampoco se está disfrutando en exceso. La parroquia da por hecho la victoria y lo que le espera es ver un chaparrón de juego y goles de un equipo que semanas tras semana aporrea la puerta de Segunda División.

Y en estas se presenta hoy el Marbella, el quinto mejor equipo como visitante del Grupo IV. Por suerte o por desgracia, más bien lo segundo, el único que avisa del peligro del contrario es el entrenador cadista, quien durante esta semana ha alertado a sus pupilos sobre las jugadas a balón parado del once marbellí.