Estudiantes y una pareja de señoras mayores observan la carta que ofrece la Facultad de Filosofía y Letras. / NURIA REINA
los menús más baratos de la ciudad

Adiós al tupper por 4 euros

Muchos locales ofrecen platos variados a ocho euros, incluso en las zonas turísticas

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

No es el Bulli, no, pero tampoco hay que esperar dos años -literalmente- para sentarte a la mesa. En Cádiz es posible comer caliente por cuatro euros y hasta por 2,50, aunque eso suponga descender al terreno de los bocadillos. Casi con el mismo dinero con el que en la calle Ancha pagas un par de cafés, se puede comer primero, segundo y postre, además del pan y la bebida. Y olvídese del coste o del tupperware. La ruta debe comenzar por el final... de la ciudad. La Viña y el Mentidero son territorio estudiantil. Como en la campaña del detergente, cada euro cuenta. Los universitarios pertenecen por definición a ese sector de población al que, como a Esperanza Aguirre, le cuesta llegar a fin de mes. Por eso no hay más que merodear por las inmediaciones de la plaza del Mentidero o del Mora y seguir a alguien que lleve una carpeta. Así, se puede llegar al comedor de Filosofía y Letras y disfrutar de unas verduras salteadas, una rodaja de merluza en salsa verde, con pan, bebida y postre por 4,75 euros. Con todas las proteínas, hidratos de carbono y calorías que Dios manda (o mejor dicho, que el Ministerio de Sanidad recomienda en su web). Y si hay que estirar más los fondos, se puede sacar un bono por el que la comida sale a cuatro euros. La mejor hora para ver el ambiente estudiantil en su apogeo -y para no encontrar una mesa- es entre las dos y dos y media. «A esa hora casi siempre se nos llena el comedor», explica el encargado del comedor, Manuel Vulcano.

«Por aquí vienen obreros y hasta militares», explica Carmen Oliveros, estudiante de Filología Francesa. Ella come allí todos los días, así que habla con conocimiento de causa. Pero la mayor parte de los que se acercan hasta allá son estudiantes, muchos de ellos Erasmus, a los que parece convencerles los económicos sandwiches de pollo, las hamburguesas y las bagettes (inmersión cultural obliga). «Los menús son variados, ponen un montón de cosas: verduras, pescado, ensalada », explica Alberto Vázquez, otro habitual en este comedor, con capacidad para unas 80 personas. La concesión la tiene la empresa JPJ, que gestiona otros servicios similares en la provincia. Llevan dos cursos regentando este comedor universitario que, sin embargo, y como demuestra la presencia de gente más mayor, puede utilizar cualquiera.

Tampoco en Empresariales (antiguo Hospital de Mora) se quejan, ni de la calidad de la comida ni de los precios (los mismos que en Filosofía y Letras). Para los que sean de poco comer, existe la opción del medio menú, por 3,75 euros (sale a 3,10 si se compra un bono de 10 comidas). Beatriz Fernández, Diego Aragón y Cándida Baro, de Empresariales, almuerzan aquí al menos dos veces por semana. «La calidad es buena y el precio es justo, y además lo cambian cada día», comenta Beatriz mientras Cándida asiente y apura su Pepsi.

Pero aunque pueda parecer sorprendente (sí, porque sólo una bandeja con dos pechugas de pollo en el supermercado puede superar en precio a ese menú universitario) hay opciones incluso más baratas. Comida caliente a 2,50 euros. También en la zona universitaria, en un lugar conocido como Los Patios (calle Doctor Marañón, frente al edificio de Servicios Generales de la UCA) Manuel y Susana Barrero no dan abasto. Mientras ella toma los pedidos, Manuel maneja con destreza la plancha.

Los dos hermanos tienen este pequeño negocio, a caballo entre un ultramarinos y una bocadillería, cuyo éxito sólo puede explicar el boca a boca, ya que para llegar hasta allí hay que atravesar un patio enorme de una casa de vecinos. Un campero más un refresco o una pizza con bebida (2,50 euros). Allí se puede desayunar, comer y cenar por esas mismas cantidades. Incluso, se pide a domicilio. Eso sí, no hay más sitios para sentarse que los lugares de la plaza semipública. Pero el local, hacia las 2.30, está lleno de gente. Su especialidad son las tortillas. «Están buenísimas», subraya una de sus clientas habituales, que acude para comprar el pan y Manuel se lo agradece con una discreta sonrisa.

Salto de precio

Tras ese subidón que le da a uno saber que si le reducen el sueldo podrá sobrevivir, se avanza un peldaño más. De los 4 euros del menú universitario se pasa al doble. Sin escalón intermedio. Y lo curioso es que no hay que buscar sitios escondidos. En plena zona turística como es la estación de Comes, en la cafetería Iris, hay un menú variado, a elegir entre cuatro primeros platos y otros tantos segundos, por 8 euros, con pan, bebida y postre. Por un par de euros más, los trabajadores del muelle pueden comer en la cafetería de la Estación Marítima, a escasos metros de Comes. Eso sí, para el resto, el menú supone un desembolso de 13 euros.

En San Juan de Dios, centro neurálgico de las chancletas y las bermudas, se puede comer por otros ocho euros. «Por aquí suelen venir obreros y algún turista», explica uno de sus empleados, Miguel Ángel Romero, que aprovecha para meter la cuña: «Lo que hay que decirle a la Teo es que abra los museos por la tarde para que los turistas no se vayan a Sevilla».

En el restaurante Las Nieves (plaza Mendizábal) también presumen de cocina casera y barata hasta en inglés. Home made food a nueve euros.

Pero si hay lugares en el casco antiguo, en Extramuros también tiene atractivos para acercarse a unas cuantas cafeterías y restaurantes a la hora del almuerzo. Nada más pasar las Puertas de Tierra está la primera parada: la cafetería del edificio de los sindicatos. Todos los días se sirve un menú a 8,50 euros, «excepto los viernes porque la gente sale corriendo del trabajo», comenta Raúl Sánchez, que lleva el bar junto a su hermano.

En el bar Vitola, frente al antiguo cuartel de la Guardia Civil, lo habitual es el lleno completo: tanto dentro como fuera, si hace bueno. Por ocho euros se puede elegir entre seis o siete platos de primero y de segundo. Caldereta de cordero, coliflor, ensalada, pescado fresco. Muchos obreros del segundo puente se acercan a la hora de la comida, como antes lo hicieron los que construyeron las viviendas de Astilleros o el Corte Inglés, explica José Antonio Malia, encargado de la cocina. También hay vecinos que se llevan la comida para disfrutarla en su casa. «Y algunos abuelitos a los que les damos todos los días de comer, y les hacemos su purecito para que lo puedan pasar», explica María del Pilar, detrás de la barra. En el Vitola se sirven cada día unos cien menús. Y la oferta no se interrumpe el fin de semana, sólo que el público cambia. «Llegan familias, que ese día prefieren no cocinar», explica Andrés, el camarero. Ramón es uno de los clientes fieles. «Aquí se come muy bien, entran doradas frescas y esto a las dos se llena», asegura.

Barato y variado también se puede comer en el paseo Marítimo. En La Rubia (entre Caracolas y Nereidas), por algo menos incluso, 7,50 euros.

Algunas instituciones también ofrecen a sus empleados menús en el lugar de trabajo. En la Residencia Militar, por ejemplo, los trabajadores de allí y de otras dependencias de Defensa pueden degustar el menú a 8,65 euros. Eso sí, son como las lentejas, porque no se puede comer a la carta.