INDICACIONES. Bezares escucha atento las palabras de Javi Gracia durante la sesión de entrenamientos celebrada ayer en El Rosal. / ÓSCAR CHAMORRO
Cádiz C.F.

Una salida por vergüenza torera

Bezares reconoce el interés de otros equipos y estudia la posibilidad de marcharse en diciembre

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Bezares confirma lo evidente. Se acerca la apertura del mercado de fichajes y su situación actual en el Cádiz no es precisamente la que a él más le gustaría. Por eso, no esconde que existen intereses de otros equipos por su contratación y que estudiará la posibilidad de aceptar una salida que sea beneficiosa tanto para él como para la entidad.

Empujado por las circunstancias, el centrocampista de Guadiaro habló sin pelos en la lengua sobre su situación actual, y aclaró que «todo lo que ha salido en los medios sobre los intereses que hay por mí es cierto».

Todo apunta a que su destino podría ser Albacete. El conjunto manchego ya se interesó por él en verano y la posibilidad de volver a jugar en Segunda le resulta bastante apetecible. «El último que me ha llamado es el Albacete, pero no se ha hablado de nada firme; ni el tiempo que voy a estar ni lo que voy a cobrar...», reconoció ante los periodistas.

Bezares ve con buenos ojos la posibilidad de marcharse en calidad de cedido, aunque tiene claro que antes está su «vergüenza futbolística» que sus propios intereses o sentimientos.

Ante todo, quiere sentirse útil y aprovechar los años que le quedan todavía de carrera, aunque para ello sea necesario hacer las maletas. «Hay que ser realistas y yo me quedé en pretemporada porque pensaba que iba a jugar y al final tengo otro rol en el equipo. Por vergüenza futbolística, creo que es normal que si hay un equipo de superior categoría que se interesa por mí, estudie la posibilidad de marcharme. No quiero estar arrastrándome por un campo de entrenamiento en un sitio en el que no me quieren».

De todas maneras, trató de dejar claro que todavía no hay nada hecho y que, hasta que no se acerque la fecha, no va a pensar en otra cosa que no sea el Cádiz, por respeto al club que le paga. «De momento lo que hay son llamadas que he recibido para interesarse por mi situación, pero todavía no hay nada cerrado, no tengo ninguna propuesta en firme. Por respeto al club, ahora mismo no debo pensar en otra cosa que no sea el Cádiz».

Si hay algo que pueda dañar al bravo medio centro, eso es que se dude de su profesionalidad. En repetidas ocasiones dejó claro que no sirve para estar donde no le quieren y que, ante todo, es de los que piensa que el trabajo hay que hacerlo lo mejor posible.

Aviso para navegantes. «Quiero dejar muy claro que el míster puede estar tranquilo de que voy a meter la pierna y a darlo todo, tanto si juego desde el principio como si me pone cinco minutos».

De todo en cuatro años

Juanjo Bezares no oculta su cadismo y por eso advierte de que, mientras vista de amarillo, tratará de ser el mismo Bezares de siempre.

Y es que si por algo ha sido aplaudido en Carranza en los últimos cuatro años y medio ha sido por su entrega y su briega en el campo. «En Carranza se aplauden hasta mis entradas», llegó a decir en su día.

En este tiempo, el de Guadiaro ha probado lo dulce y lo amargo. Fue uno de los pocos fichajes que se realizaron el año en que Espárrago se hizo con el equipo. Junto a él llegaron Fleurquin, Fredi y Mirosavljevic. Maravilló a Carranza junto a Manolo Pérez y fue su primer gran momento como cadista. Se ganaron siete partidos seguidos. Luego en el tramo final, pasó al otro lado de la frontera, ese en el que se encuentra ahora. Fleurquin le arrebató la titularidad en el último tramo liguero.

El año siguiente sería el de su consagración. Tocaba medirse a las estrellas y era tiempo para lucirse. Empezó la liga en Primera desde la suplencia pero fue titular junto a Benjamín en el mejor Cádiz. Su gran momento de forma le valió para ser reconocido en muchos foros como el mejor jugador de Primera.

Pero lo bueno parece que le dura poco al de Guadiaro. Con el descenso a Segunda y la llegada de Oli comienza su particular calvario. Bezares no se adapta al sistema del que unos meses atrás había sido su compañero. Luego pasó a sentarse en el banquillo Jose González, y de nuevo fue Fleurquin elegido por delante suya. Miguel era su pareja de baile. Ante la falta de oportunidades, Bezares parece desmotivarse. No corrian buenos tiempos para él.

Llega el año de Baldasano y Muñoz, Muñoz y Baldasano. Pasan cuatro entrenadores por el banquillo. Víctima del equipo, no consigue encontrar la regularidad -esta temporada pasada nadie pudo dar con ella- y la falta de confianza no le deja mostrar su mejor versión.

Parece que este año se las prometía felices pero de nuevo se ha visto en un atolladero. No cree ya ni en la superstición y se ha dejado el pelo largo. Pero esta vez no quiere que se le escape el tiempo. Bezares necesita volver a sentirse futbolista.

danelo@lavozdigital.es