CRÍTICA DE TV

Infelices

Si hay algo que estudiar, seguro que lo han estudiado ya los americanos o, más precisamente, alguna universidad norteamericana. La de Maryland se ha tirado treinta años, que se dice pronto, estudiando las relaciones entre televisión y felicidad, sobre la base de una muestra de 30.000 individuos a lo largo de todo este tiempo. Los autores del estudio son dos clásicos de la psicología de la felicidad: John P. Robinson y Steven P. Martin, que han escrito ya varios trabajos sobre ese tema tan americano de cómo ser feliz (no olvidemos que la búsqueda de la felicidad, 'pursuit of happiness', es uno de los tres derechos fundacionales de los Estados Unidos, junto con la vida y la libertad). El estudio se titula 'Channeling Unhappiness, In Good and Bad Economic Times', y va a aparecer en el número de diciembre de la revista 'Social Indicators Research'. Si a usted le interesa, puede pedirlo a esta dirección: ntickner@umd.edu, y se lo mandarán en pdf. ¿Qué dicen Robinson y Martin? Esencialmente, que la gente que no es feliz es la que más ve la tele, mientras que la gente más feliz prefiere gastar su tiempo en leer y en actividades sociales. ¿Esto es porque la tele hace infeliz a la gente que la ve? No, o no necesariamente.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Más bien quiere decir que el consumidor-tipo de televisión, el individuo que devora programas durante horas, es un sujeto poco feliz que encuentra en la pantalla una satisfacción a su malestar íntimo. Una parte muy interesante del estudio es la que relaciona consumo de televisión con crisis económica: en tiempos de vacas flacas, cuando la gente tiene menos razones primarias para estar a gusto, el consumo de televisión baja, mientras que las olas de optimismo social suelen coincidir con descensos en el consumo televisivo. El tipo infeliz, que se siente a disgusto consigo mismo y con su entorno, no sabe qué hacer con su tiempo libre, la vida se le hace larga y tediosa, y por eso recurre a la tele, que es un lenitivo de la infelicidad. Ahora bien -señala Martin-, es un lenitivo peligroso, porque genera adicción, y "las actividades adictivas producen momentáneamente placer, pero, a largo plazo, 'misery and regret'", o sea, cosas muy malas. De forma que el infeliz ve la tele porque es infeliz, pero verla le hace, al final, más infeliz todavía.