RECORRIDO. Los miembros de la agrupación protagonista, anoche, camino del Falla. / ROMÁN RÍOS
Cultura

La Orquesta Caballati celebra con un pasacalles el encuentro de música clásica y carnaval

El recorrido, que contó con una chirigota y un coro a pie, sirvió de apertura peculiar del VI Festival de Música Española

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El Festival de Música de Cádiz tiene como norma la apuesta por la originalidad en su acto de apertura. Si otros años fueron las campanas de los templos o las sirenas de los barcos las que crearon el sonido que anunciaba el inicio de la edición, ayer ese afán por la novedad se unió a la tradición local para proponer un arranque igualmente ingenioso. Ocho minutos después de la siete de la tarde, en la Plaza de San Francisco -en una esquina como corresponde a una agrupación carnavalesca- formaban ante muchas decenas de curiosos tres grupos. El coro a pie La calle del arte, la chirigota Los que van como Cádiz y, sobre todo, la Orquesta Caballati.

Esta última formación (integrada, entre otros, por Jesús Palacios, Raquel Gautier, Fernando Camas, Laura Butrón, José Luis Ossorio, Miguel Ángel Palacios, Luis Betanzos, José Manuel Honor, Alex Cascales, Adrián Muñoz y Manuel García) fue la máxima protagonista de un modesto acto destinado a reivindicar los vínculos de la música tradicional del febrero gaditano con otros géneros más prestigiosos y académicos.

Este grupo, creado hace ahora cinco años por estudiantes de Conservatorio (ahora intérpretes profesionales) enamorados del Carnaval, ha sabido versionar a través de sonidos clásicos cuplés, pasodobles, tanguillos, popurrís y hasta estribillos. Esa tarea de recopilación y revisión le supuso ayer el homenaje en forma de apertura del programa oficial.

Este encuentro entre coplas y partituras tuvo su punto de partida ante el templo de San Francisco, pero como el Carnaval, ni siquiera en las más solemnes ceremonias puede evitar contagiarse de la realidad e interpretarla con sátira, los primeros acordes que sonaron fueron, irónicos, los del Cara al sol. Varios de los guitarras del coro invitado recordaron que en el templo situado a diez metros estaba convocada, a esa misma hora, una misa en memoria de Francisco Franco (ayer fue el aniversario de su muerte) y se permitieron esa licencia burlona. Fue la prueba de que, ni siquiera cuando se une con los estilos de más prestigio, las coplas dejan de estar al cabo de la calle.

La chirigota, el coro y la orquesta se turnaron para ofrecer su repertorio y agruparon cada vez a más gente. Casi una hora después comenzaron un pasacalles que desfiló por San Antonio camino del Falla. Un considerable pú-blico les acompañaba ya como si, en vez de clarinetes en Cádiz, sonaran flautas en Hamelín.

El destino final del sortilegio era el Gran Teatro Falla. En su ambigú culminó la ecléctica actuación. Ningún lugar en Cádiz puede acoger mejor, y a la vez, el carnaval y la melomanía clásica. La Orquesta Caballati también es un punto de encuentro entre ambos mundos. Allí se dieron la mano como aperitivo a diez días de consagración a la música sin ningún tipo de etiqueta.