El muelle bate su récord de cruceristas en diez meses

El Puerto de Cádiz ha recibido entre enero y octubre de 2008 más cruceristas que en todo el año anterior. En concreto, 191.347 pasajeros han arribado al muelle gaditano en las 213 escalas de buques de turista que se han producido en los diez primeros meses del año. Esto supone, además de un nuevo récord histórico con un incremento del 11,5% en escalas y del 25% en pasajeros.

Para noviembre y diciembre hay anunciadas 42 escalas más, por lo que Autoridad Portuaria prevé que el número de turistas a final de año alcanzará los 220.000.

La evolución de este tipo de tráfico en la última década en el puerto gaditano ha sido notable, pasando de las 125 escalas y 65.295 pasajeros en 1998 a las 255 y más de 200.000 turistas con los que se espera cerrar este ejercicio.

Repercusión

El crucerista trae consigo unos beneficios económicos, no sólo para el Puerto de la Bahía de Cádiz, sino para el entorno. Si se atiende a las conclusiones de estudios de impacto del turismo de cruceros, el gasto medio por persona y día del crucerista alcanza los 60 euros, a los que habría que sumar otros 14 euros en servicios portuarios (Autoridad Portuaria y Comunidad Portuaria). Pero el sector turístico gaditano no termina de ver el beneficio para toda la ciudad. Ni siquiera en el casco antiguo.

Por una parte, los cruceristas restringen su recorrido -durante su estancia de una seis horas en la ciudad- a la zona de Canalejas, San Juan de Dios, Catedral y Plaza de las Flores. «Que es por donde los llevan las guías turísticas», apuntó el presidente de los hosteleros, Antonio de María, quien manifestó que tampoco se le puede pedir más a una visita tan corta.

De cualquier forma, De María se mostró ilusionado con el crecimiento del muelle gaditano, «pero lo que hace falta es que la ciudad sea puerto base, desde donde salgan y lleguen los barcos. Eso sí que sería una buena oportunidad de negocio para Cádiz». Los beneficiados más directos son los taxistas que realizan numerosos traslados cuando llega un crucero, y les piden viajes a Jerez o Sevilla «y casi más los que se quedan en la ciudad, mientras los compañeros hacen esos trabajos», concluyó De María.