INGRESADO. Óscar Jiménez junto a su esposa, Susana, en el hospital Puerta del Mar.
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«Lo que más me ha dolido es que me culpasen del accidente»

Óscar Jiménez, el conductor que chocó con el vehículo de Esther Arroyo y Ana Torroja, se recupera tanto de sus secuelas físicas como psicológicas

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«Estoy mejor, mucho mejor». Óscar Jiménez se recupera de sus heridas en una habitación del hospital Puerta del Mar de Cádiz, e intenta recordar cómo ocurrió aquél mal sueño, del que despertó en una cama hospitalaria con las cervicales destrozadas, el fémur de una pierna y la cadera rota, entubado a una máquina y casi delirando.

El pasado 10 de octubre la cantante Ana Torroja y la actriz Esther Arroyo sufrían un brutal accidente de tráfico en la N-340, a la altura de Vejer, al chocar el coche en el que viajaban contra una furgoneta en una curva. El accidente fue brutal y en él resultaron gravemente heridas las siete personas implicadas: el conductor de la furgoneta, las dos artistas y sus parejas, y dos amigo de éstos. Uno de estos últimos, sin embargo, no sobrevivió y perdió la vida en el hospital.

Óscar, de 29 años y electricista de profesión, es el conductor de la furgoneta. Aún permanece bajo atención hospitalaria, en la residencia gaditana, aunque ya se encuentra estabilizado después de casi un mes en la Unidad de Cuidados Intensivos, primero del Hospital de Puerto Real y luego del Puerta del Mar. «Estuvo con un pie allá y otro acá -afirma su madre, que junto a su esposa, Susana, son conscientes de que han estado a punto de perder a un hijo y un marido- se puede cambiar el nombre, porque ha vuelto a nacer». Ambas, madre y esposa, lo han cuidado en la habitación de planta, a la que fue bajado hace apenas dos semanas desde la UCI.

«Los médicos dicen que están muy contentos por cómo mejoro; ahora me quedan tres semanas, mientras me recupero de la cadera, y hasta que pueda incorporarme», explica el propio paciente, que asume que ya no podrá trabajar como electricista. Aunque en la lesión de las vértebras no han llegado a la médula, sí ha a afectado a «un nervio que me impide levantar el brazo izquierdo». Con todo, quizá sean las secuelas psicológicas, menos evidentes aunque igualmente dolorosas, las que más difíciles sean de superar.

No se acuerda de nada

Cuando se le pregunta por el accidente, Óscar reconoce que no se acuerda «de nada». Su mente se sigue negando. Se bloqueó y le ha borrado de la memoria todo cuanto sucedió aquella mañana del viernes 10 de octubre. «Dicen que suele ocurrir, que la mente olvida todo lo malo», explicaba ayer a LA VOZ Óscar, y afirmaba que lo último de lo que tiene memoria «es de estar en casa con mi mujer», el lunes antes del accidente. «Después me desperté en la cama de un hospital, sin saber dónde estaba ni qué hacía aquí, rodeado de mi familia».

La amnesia temporal que sufre no es la única mala jugada que le ha hecho la mente durante los últimos días: mientras estaba en la UCI, su cabeza no paró de engañarlo. «Recuerdo, por ejemplo, que estaba de vacaciones con mi mujer en Madrid y cuando me decía ella que había sufrido un accidente, yo le contestaba que no, que sólo me había caído», rememora en su habitación, ya consciente de que todos esos recuerdos no son sino alucinaciones.

El shock traumático, le bloqueó también la capacidad de reconocer que había sufrido un accidente. «Hasta hace cuatro días no he sido consciente de que había estado en aquella furgoneta. No me lo creía, veía las fotos y no me imaginaba allí dentro, me parecía que una grúa la había arrojado, pero era incapaz de reconocer que los bomberos me habían sacado de allí».

Sin embargo, cuando ya pudo asumir lo que sucedió, los días se volvieron aún más «terribles» en el hospital. «He llorado muchísimo, preguntándome por qué me había ocurrido esto, si yo no le he hecho nunca mal a nadie», se sincera. Y aunque ahora se encuentra «mucho mejor», es incapaz de evitar las lágrimas que siguen aflorando inevitables.

Debido a la amnesia, ha tenido que enterarse de los detalles del suceso por sus familiares, así como por los periódicos y las revistas del corazón, que se han hecho amplio eco de la noticia. En este punto, tanto él como sobre todo su familia se quejaban ayer de que en esta cobertura «no se ha contado todo con rigor», y lamenta que se «se han hecho muchas especulaciones que nos han afectado». Óscar admite que no sabe «si tiene la culpa o no» de aquel incidente, porque «sinceramente, no me acuerdo», pero niega que hubiese ido a gran velocidad «como se ha dicho, porque la furgoneta no podía alcanzar los 120 kilómetros por hora y además iba cargada con una bobina que pesa mucho», recuerda. «Lo que más he sufrido es que se me hay acusado», lamenta, «y hasta que no se conozca el atestado no hay nada probado».



A la espera del atestado

Según las primeras informaciones de la investigación, basadas además en la declaración de algunos testigos, la furgoneta de Óscar debió de perder el control en la curva del punto kilométrico 46, de la carretera N-340, y ocupó el carril contrario, quedando volcada en el asfalto.

Fue entonces cuando se chocó frontalmente contra ella el monovolumen en el que Ana Torroja, Esther Arroyo y sus acompañantes viajaban desde Tarifa hacia el aeropuerto de Jerez.

Óscar, por su parte, se dirigía a trabajar a una estación eólica de La Janda, junto a su hermano y el encargado de la empresa, que viajaban en otro vehículo antecediéndole. «Los dos iban por la autovía, pero yo me había perdido y cogí por la N-340» hacía memoria ayer Óscar con lo que le han contado sus familiares. «Mi hermano dice que al cruzarse con una ambulancia le dijo a mi encargado, 'vuélvete porque esa va a por mi hermano'; supo de inmediato que algo me había pasado, y así fue», relata Óscar. En el choque frontal, el turismo quedó arrugado como un acordeón y la furgoneta, partida por la mitad. El impacto fue de tal magnitud, que los seis ocupantes de uno y otro vehículo tuvieron que ser rescatados por los bomberos.

De cara al futuro, Óscar teme «que cuando tenga que montarme en un coche, se me vengan todos los recuerdos de golpe».

mgarcia@lavozdigital.es