Cartel de la cita portuense.
El Casino Bahía de Cádiz acoge el primer torneo de póker de la provincia y se contagia de la fiebre por un juego renovado y rejuvenecido gracias a internet y la tele

Los jueves hay partida

El póker es un juego nuevo. Y ha llegado a la Bahía de Cádiz. Fue durante la noche del jueves, en el Casino de El Puerto de Santa María. Había 50 plazas para jugadores aficionados. Se agotaron. Incluso algún aspirante se quedó sin sitio. Ya hay inscritos para la semana que viene. La voz corre entre los aficionados que son multitud, pero invisibles porque suelen jugar en casa, a través del teclado y la pantalla. Es otro juego distinto al que todos recuerdan recargado de tópicos.

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El póker es un juego nuevo. Y ha llegado a la Bahía de Cádiz. Fue durante la noche del jueves, en el Casino de El Puerto de Santa María. Había 50 plazas para jugadores aficionados. Se agotaron. Incluso algún aspirante se quedó sin sitio. Ya hay inscritos para la semana que viene. La voz corre entre los aficionados que son multitud, pero invisibles porque suelen jugar en casa, a través del teclado y la pantalla. Es otro juego distinto al que todos recuerdan recargado de tópicos.

Todo es nuevo. Aunque esa forma de medirse con la baraja inglesa tenga siglos de existencia, ha renacido con otros modos que lo han convertido en una fiebre que arrasa con los hábitos de ocio de millones de personas en todo el mundo.

Ya no hay garitos, ni lámparas pegadas a una mesa vieja en un sótano mugriento. Ni humo, ni sombreros de ala ancha, ni pistolas. Hace tiempo que toda esa iconografía cinematográfica ha dado paso a la tecnología.

La pantalla manda

Ahora, el perfil medio del jugador de póker es el de un joven aficionado a la tecnología, que practica diariamente en internet y, salvo excepciones que se pueden encontrar en cualquier ámbito, no se complica la vida. Juega pequeñas cantidades y puede obtener pequeños premios.

El reto es psicológico, mental. Consiste en reducir el azar a su mínima expresión (aunque nunca desaparece totalmente) y controlar las técnicas matemáticas de posibilidades y combinaciones, así como leer el comportamiento de los oponentes.

Este nuevo póker tiene su máxima expresión en los torneos públicos, que como el ajedrez o los videojuegos, atraen a millones de adeptos en todo el mundo, mientras otros muchos miran el juego para tratar de aprender o, simplemente, divertirse.

Algunos canales internacionales de televisión especializados en deportes retransmiten hace años las grandes partidas del European Poker Tour o las World Series. En esas citas compiten profesionales que ya dedican toda su vida a este juego mágico lleno de certezas, mentiras y opciones que hay que controlar.

En esos grandes eventos televisados participan nombres conocidos y admirados por los seguidores, desde el veterano Chris Moneymaker (es su nombre real) hasta jóvenes escandinavos como Gus Hansen, Patrick Antonius o el supercampeón Phil Hellmuth.

Ganan millones, pero también gastan grandes cifras en la inscripción. Están representados por empresas y participan en un circo empresarial, mediático y económico similar al de grandes deportes profesionales.

Inicio provincial asequible

A muy pequeña escala, la provincia tuvo durante la noche del jueves su primer contacto con ese mundo, con esa fiebre. El Casino Bahía de Cádiz acogió la primera cita organizada de este nuevo juego iluminado, tecnológico y organizado. El Sherry Poker Tour celebró su primera cita. Habrá una cada jueves de los meses de noviembre y diciembre. Es un inicio modesto, asequible a los pequeños aficionados que también abundan en la zona. La inscripción sólo cuesta 55 euros y el premio máximo difícilmente superará los 2.000.

El primer campeón, un hostelero gaditano con 40 años recién cumplidos, se llevó 1.840. Una cantidad que no le arregla la vida a nadie a cambio de un gasto que no le complica el final de mes a nadie.

A las nueve de la noche, la zona acotada para el torneo en el salón registraba un ambiente casi festivo. May Maceiras, una de las pocas jugadoras profesionales de España, la primera mujer que ganó un torneo nacional en España, ejerció de maestra de ceremonias y experta asesora, de madrina del primer evento en la provincia. Micrófono en mano, dio la bienvenida a los participantes. Eran 50, llegados de Jerez, El Puerto y Cádiz, principalmente. Sólo cuatro mujeres. Apenas uno de cada cinco participantes superaba los 40 años. Todas las inscripciones cubiertas. Unos pocos se quedaron sin sitio. Casi la mitad de las plazas están cubiertas para el próximo jueves.

La competición tenía mucho de reunión de amigos. «Me sorprende que casi todos se saluden, se conocen por internet y se llaman unos a otros por su nick [apodo en la jerga cibernética]» declaraba sorprendido Domi, uno de los participantes.

El clima fue muy distinto al de las grandes competiciones televisadas. Menos dinero, más relajación y camaradería. Las expresiones, los gestos y los gritos de alegría o decepción (según la carta que entrara) fueron frecuentes. En los grandes torneos se ven menos, «incluso hay una norma que prohíbe cualquier gesto explícito», recordaba May Maceiras.

La modalidad de juego era la más popular en el mundo y en la red, la denominada Texas Hold'em. En lenguaje sencillo, se trata de un póker descubierto, cada participante recibe dos cartas (sólo para sus ojos) y debe lograr la mejor combinación posible con tres de las cinco que se colocan sobre la mesa, a la vista de todos, que se van desvelando una a una. Por supuesto, el farol cuenta mucho.

En la pionera partida de El Puerto, cada jugador comenzó con 2.500 puntos (a los que daban derecho los 55 euros).

Gafas, gorras y mirones

En esta primera cita en El Puerto, con muchas ganas de jugar pero poco dinero en riesgo, las sonrisas y las bromas ganaban terreno a la cara de póker. Aunque también los había circunspectos. Cinco jugadores optaron por competir con gafas de sol (un recurso permitido y extendido entre los profesionales). Alguno, in-cluso, acompañaba su atuendo con una gorra de visera (con escudo del Xerez Deportivo) para ocultar a la vez pelo y mirada.

Junto a las mesas, aún más jóvenes. David («es-cribe ese nombre, mismamente», dice bromeando con su deseo de anonimato) tiene un aspecto más propio de instituto que de casino. Jovencísimo y delgado, el hecho de que esté dentro es la única prueba de que tiene más de 18 años. Aparenta menos. «He venido desde Jerez, a mirar. Me gusta mucho el póker por ordenador, me parece un juego mental apasionante. A mis amigos también. Jugamos casi a diario por ordenador, unos contra otros, y una vez por semana echamos una partida con cartas reales, viéndonos las caras».

El dinero, para este curioso, es lo de menos: «Apenas ganamos ni perdemos. Ni en internet ni sobre la mesa. El que más se ha llevado... 20 euros o así. Somos estudiantes, estamos tiesos. No tenemos ni los 55 euros para apuntarnos en esta partida del Casino. Hemos venido a divertirnos, a mirar para aprender», confiesa el supuesto David entre sonrisas de acompañantes.

Domi, nombre real o apodo cibernético, se retiró a las dos de la madrugada. Algo cansado pero contento: «Me ha gustado mucho la experiencia. Este tipo de torneos con una inscripción bajita permiten que aficionados modestos puedan probar. Es la primera vez que juego de esta forma». Consciente de la moda que recorre el mundo, tiene un temor: «Si el primer día ha estado lleno, con el tiempo crecerá el torneo, las inscripciones y los premios crecerán y muchos ya no podremos jugar, pero mientras podemos disfrutar de esta experiencia».

Aunque su experiencia se resume a «muchas horas de partidas en las webs más conocidoas de internet», se atreve a analizar la primera cita portuense: «Hay algunas cosas que pulir y rodar, los croupiers también necesitan acostumbrarse un poco más a este sistema de juego, pero ha estado realmente bien. Ha sido agradable, acogedor. Un torneo simpático. Si te gusta el póker disfrutas jugando y viendo jugar a los demás».

Tuvieron mucho que mirar, las partidas se prolongaron desde las 21 horas hasta las 4 de la madrugada de ayer viernes. De las cinco mesas de diez jugadores, tras un rosario de eliminaciones, quedó la definitiva. Cinco jugadores con derecho a premios finales.

El Casino Bahía de Cádiz tenía que cerrar y decidió los vencedores (con derecho a pequeñas ganancias en metálico) según los puntos obtenidos.

Juan Antonio Frende Sacaluga, alias Tomato en la red salió triunfador. Cogió su cheque gi-gante de cartón y todo. Como en Las Vegas o Montecarlo, pero con muchos menos ceros.

Ya se ha apuntado a la si-guiente. Tiene un fondo económico para participar en unas cuantas, pero lo más excitante de todo es pensar que juega mejor que los demás.

landi@lavozdigital.es