El director de cine,Abel García Roure presenta dentro de la sección oficial de la 53 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid la película 'Una cierta verdad'. /Efe
seminci 2008

García Roure se estrena con documental sobre la psicosis, en una jornada marcada por el cine nórdico

'Una cierta verdad' es el debut del español en el largometraje que se presenta en la sección oficial del festival vallisoletano

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Un documental sobre los trastornos que produce la psicosis es la presentación con la que el realizador español Abel García Roure se estrena en el gran metraje. Una cierta verdad, se proyecta hoy a concurso en el Festival de Valladolid junto a dos largometrajes de factura nórdica. Mediante el testimonio de médicos y pacientes, la película retrata "parte del sufrimiento de la enfermedad, el padecimiento de no poder contárselo a nadie", según ha explicado a el neófito García Roure, quien ha definido este proyecto como "cine en directo".

Tras dos años de trabajo en el Hospital Parc Taulí de Sabadell, donde ha grabado a unos veinticinco enfermos mentales, el realizador barcelonés ha seleccionado a seis de ellos para demostrar que cualquier persona puede padecer esa enfermedad. Todos comparten un mismo sufrimiento: tienen una psicosis grave, un trastorno dentro del que se incluyen enfermedades como la esquizofrenia y la paranoia. Ante todo "es un trabajo antropológico que se ha convertido en un proyecto de cine", ha aclarado el cineasta, autor también del mediometraje titulado El enigma (2005) y del documental Apuntes para un retrato/José Luis Guerin (1998).

Otra enfermedad, en este caso del alma y vinculada a las relaciones humanas, analiza el finlandés Mika Kaurismaki en su largometraje Los reyes magos, donde propone la amistad como terapia para alcanzar la felicidad o, al menos, mitigar la desesperanza. Las confesiones y los reproches de tres vidas rotas, unidas por un viejo afecto, actúan así como camino a la felicidad en el último filme de Kaurismäki.

En vez de estar rodeados de sus familias, el destino hace que los tres protagonistas, interpretados por Kari Heiskanen, Pertti Sveholm y Timo Torikka, vuelvan a reunirse durante una Nochebuena en un local de karaoke. La enfermedad e inmadurez de Erkki, junto con las dudas de Matti y el sentimiento de culpa de Rauno florecen en un momento de sus vidas donde la infelicidad compartida parece ser el perfecto regalo de Navidad. La amistad y la sinceridad conforman el argumento de la nueva película del hermano de Aki Kaurismäki, que supone la decimoquinta de su filmografía y con la que vuelve a competir en el certamen, tras la presentación, en 2005, de su documental Brasileirinho, éste dentro de la sección Tiempo de Historia.

Dinamarca en la resistencia nazi

El último filme a concurso ha sido Flame and Citron, con el que su director, el danés Ole Christian Madsen, intenta desmitificar la tradicional imagen de solidez de la resistencia danesa frente a la ocupación nazi.

En la peícula se relata el protagonismo de estos dos activistas de la resistencia en la Dinamarca ocupada de 1944, durante la Segunda Guerra Mundial. Se trata de una adaptación basada en hechos reales dentro de su planteamiento y contexto histórico, pero cuenta un amplio margen en favor de la ficción. Madsen ha situado en el ámbito de la psicología humana esa personal adaptación, al indagar en las razones por las cuales se involucran al máximo en la guerra, hasta pagar con su vida, un joven de buena familia de apenas una veintena de años, Bent Faurschou-Hviid, y un padre de familia, Jorgen Haagen Schmith.

El patriotismo, el odio al invasor y la ambición son algunos de los territorios por los que oscilan anímicamente ambos héroes en el Copenhague de 1944, después de cuatro años de sometimiento nazi y próxima a su finalización la contienda bélica mundial. En ese clima de riesgo permanente, información confusa, agentes dobles, colaboracionistas, traficantes de todo pelo, de germanófilos e inteligencia militar, Madsen presenta a la resistencia danesa como la voluntad de un puñado de valientes, no más de un millar, prácticamente desarticulada, cuyos miembros sospechan entre sí y sin el apoyo de un gobierno, el danés, prácticamente colaboracionista.

No es una película histórica en esencia, ha sido rodada mayoritariamente en Praga, con cerca de seis millones de euros es una de las producciones más caras de la filmografía danesa. Para su documentación e investigación históricas, el director ha empleado casi ocho años.