Danza aérea con Voila. / L. V.
Cultura

El festival se abrirá aún más a la calle en su próxima edición

La vigésimo tercera edición del Festival Iberoamericano de Teatro es, desde ayer noche, historia. Una feliz historia a juicio de los organizadores del certamen como su director, Pepe Bablé, que no puede hacer otra cosa que un «balance positivo», y esbozar ya algunas tendencias para el año que viene. El teatro iberoamericano saldrá más aún a la calle y se potenciarán los espectáculos en el patio del Baluarte de la Candelaria.

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Esas son las tesis de Bablé, que confirmaba ayer que «todo ha salido como se ha planeado». Incluso está satishecho -o al menos no decepcionado- con el traslado de los participantes al Hotel Bahía Sur en San Fernando por el cierre de la Residencia Tiempo Libre y la pérdida del ambiente congresual entre los profesionales. «Tuvimos miedo al principio, pero al segundo día ya se había arreglado y se respiraba el mismo ambiente. El mayor problema fue para la organización».

En cuanto al público asistente a las 26 obras programadas, Bablé destaca que ha contado con una asistencia similar a la del pasado año. Las claves de su análisis son que se han llenado siempre las salas pequeñas, que ha aumentado el público en las calles y que no se ha logrado llenar el Gran Teatro Falla. «La apertura con Atalaya fue la peor entrada con medio patio de butacas lleno pero el resto de los días se ha llenado la mitad o los tres cuartos». Con todo, el director del festival explica que «someter» a una ciudad como Cádiz a tres o cuatro espectáculos diarios es «difícil y fuerte, aunque ha respondido perfectamente».

Pese a que aún queda por definir las grandes líneas de la programación de la vigésimo cuarta edición, Bablé apuesta por «potenciar los espectáculos en la calle y además los espectáculos de calle en el interior del Baularte de la Candelaria», explica. Una de las citas que mmás expectación despertó fue la danz aérea de Voila en la Catedral.