NADANDO CON CHOCOS

Politonos

Enfocar al público de los programas de las anarrosas mientras baila los anuncios de politonos es la más atroz de las monerías que hace la tele. Sin duda. Entre todas las barrabasadas tontas de la caja lista, no hay escalofrío mayor que ver a dos docenas de jubilados mover sus ya descoordinados cuerpos al ritmo de «la canción del momento que tienes que tener en tu móvil».

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Allí están ellos, durante un par de minutos, torpes juguetes rotos del merchandising, cuando la voz del segundo de abordo del programa vende lo último en horteradas GSM. Ellos, como el tonto de la discoteca del que todos se ríen. Ellos, que en su día fueron la envidia de los pasodobles de la verbena, el baile de tarde en el que tan hábilmente arrimaron material con su santa. Ellos, que achuchaban con lo de Mis manos en tu cintura no saben probablemente qué narices hacen allí, ni quién leches es May Meneses, mientras el regidor marca la coreografía -plas-plas- y en casa, sus sobrinos se echan las manos a la cabeza, encogen el cuello y sienten en la espalda el rayo frío de la vergüenza ajena.

Platón dijo que la burla y el ridículo son, entre todas las injurias, las que menos se perdonan, aunque se olvidó de las burlas propias. De partirse de uno mismo, Cádiz sabe bastante. Quizás demasiado. Porque muchos gaditanos -incluso los adoptados como el que escribe- están hasta el mismísimo politono del repiqueteo de estereotipos chuflas y estridentes de chistosidad mal entendida que pregonan algunos gaditanos cuando ejercen de gaditanos en los medios.

Andy&Lucas son un ejemplo de este sucio papel impuesto, aceptado, unificador, irreal y casi ofensivo. Ni el gaditano es tan graciozo, ni los andaluces dicen etzamo en invienno con el mismo acentillo que utilizan algunos presentadores de Canal Sur cuando bailan el politono de los clichés de Andalucía.