La concurrida nómina instrumental se despliega cálida y flexible. / K. W.
Cultura

Paisajes en movimiento álbum sereno y brillante

El grupo norteamericano Lambchop

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reivindica su presencia con un décimo

Los norteamericanos Lambchop parecen decididos a replicar con rotundos argumentos a aquellos dedos acusadores decididos a señalar su, según ellos, reiterado ejercicio de estilo. Cierto que las coordenadas del grupo apenas han variado desde que irrumpieran en la pasarela discográfica de la mano de un Jack´s Tulips (1994) que ponía sobre el tapete su renovadora lectura del triángulo formado por vértices como country, folk y pop.

Innegable también que una lectura (no muy atenta, todo sea dicho) de dicha trayectoria apenas distinguiría evolución y novedades en la más de una decena de álbumes -incluyendo recopilatorios- que la adornan. Pero más allá de estas premisas, a todas luces precipitadas, también es incuestionable que nadie puede negar a Lambchop la matizada aplicación de un cuadro de variantes a modo de herramientas con las que mantener a raya la sombra de la reiteración. Una medida enriquecida con un sutil crecimiento creativo que ha ido fijando alianzas con modelos como el soul para quedar finamente marcada en episodios discográficos convertidos luego en brillantes exponentes de su ideario como de How I Quit Smoking (1996), Thriller (1997) o Is A Woman (2002).

Entregas

Los últimos capítulos de tan recomendable crónica quedaron ligados a los dos volúmenes de The Decline Of The Country & Western Civilization (2006), centrados en la recuperación de singles y rarezas, a la reedición con extras de los primeros álbumes del grupo, y al interesante, sin más, Damaged (2006). La llegada ahora de OH (Ohio) (Merge - City Slang - Nuevos Medios; 2008) no sólo refuerza aquella tesis de la banda de Nashville sino que puja fuerte para situarse en el grupo de sus mejores entregas. Sigue sin haber lugar para sorpresas aunque nadie las eche de menos en un itinerario donde Kurt Wagner vuelve a cantar -profundo y susurrante- y componer asociado a la exquisitez, motivado por sus temas personales y estados de ánimo además de secundado por una banda que, sumando miembros del grupo y colaboradores puntuales, supera la decena de componentes.

La concurrida nómina instrumental vuelve a desplegarse cálida y flexible, ribeteada por arreglos de viento bajo la ajustada producción de Roger Moutenot y a través de un reflexivo cancionero, salpicado de fases de dinamismo, en el que despuntan momentos como Slipped Dissolved and Loosed, la soberbia National Talk Like a Pirate Day o la versión del éxito country de I Belive In You de Don Williams. Una nueva tanda de idóneas razones para descartar desde un primer acercamiento las imputaciones de rutinaria reincidencia en una propuesta que late desde la serenidad de sus pasajes o el alma de sus melodías.