TRIBUNA PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN GERÓN

El valor de ser mayor

Esta semana se celebra el Día Internacional del Mayor. Ocasión inmejorable para reivindicar el gran valor que las personas mayores representan en la sociedad actual, tanto por lo que nos dieron en el pasado como por lo que nos siguen ofreciendo en el presente. Son escasas las ocasiones en las que se les reconocen sus méritos y aportaciones, infravalorando sus capacidades y restándoles protagonismo social, cuando en realidad son un pilar básico de esta sociedad. Por eso la Fundación Gerón quiere recordar a todos que siempre hay una buena excusa para acercarnos a nuestros mayores y otorgarles un merecido reconocimiento, empezando por el ámbito familiar.

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A quienes ayer educaron y cuidaron de sus hijos hoy se les ha encomendado en muchos casos la tarea de continuar haciéndolo con sus nietos, convirtiéndoles en la única herramienta que tienen muchas familias para conciliar su vida laboral con las obligaciones que implica tener descendencia. Es decir, que actualmente siguen siendo fuente de transmisión de valores.

Sin embargo, la edad avanzada, en una sociedad que sobrevalora la juventud, es en muchos ámbitos objeto de discriminación. El interés obsesivo por lo nuevo, lo joven, lo gratificante, la eterna belleza y la independencia está afectando al envejecimiento de las personas, a la aceptación normalizada del paso del tiempo, pese a que es ley de vida. Algo que afecta psicológicamente aún más en aquellas personas que comienzan a experimentar el declive de su cuerpo y sufren alguna dependencia. Por eso es necesario hacer un llamamiento a la sociedad para que valore las cosas en su justa medida, de manera que estemos preparados para aceptar la realidad.

En este sentido, la Ley de la Dependencia ha abierto el camino en lo que se refiere al reconocimiento de aquellas familias que cuidan en sus hogares de quienes no se valen por sí mismos. Y es que, aunque no todas las personas dependientes son mayores, la mayoría sí lo son. Una ley que está comenzando a implementarse y que, aunque por nueva aún tiene cosas por mejorar, representa una gran esperanza. Quienes cuidan de forma desinteresada las 24 horas del día, los 365 días del año, a un mayor dependiente se merecen todo el reconocimiento y apoyo que se les pueda brindar. Estrés, depresión y conflictos familiares o de pareja, por no hablar de los problemas físicos derivados de los cuidados, son las secuelas más frecuentes que padecen estos cuidadores no profesionales. Para ellos Fundación Gerón, con el apoyo de la Junta de Andalucía, ofrece un servicio donde se les da ayuda psicológica y se les enseñan algunas técnicas sanitarias para que puedan atender de la mejor manera posible a sus familiares dependientes. Sin olvidar los cursos de formación para profesionales que se quieran especializar en el cuidado de mayores. Porque aunque el mejor lugar donde puede envejecer una persona de edad avanzada es en el ámbito familiar, hay ocasiones en las hay que recurrir a la ayuda profesional y ya en último término, y si no queda más remedio, acudir a un centro residencial.

En relación a las residencias es importante cambiar el concepto que se tiene de ellas y subrayar que es necesario que estas no sean lugares donde se "aparca" a los mayores, sino espacios abiertos donde se fomenten las relaciones intergeneracionales y el envejecimiento activo, o por lo menos esto es lo que trata de llevar a cabo la Fundación Gerón en la veintena de residencias que gestiona.

Un dato que puede que no muchos conozcan, y que incide en la idea de que las personas por ser mayores no dejan de ser un activo dentro de la sociedad, es que se trata de uno de los colectivos más solidarios y que más se movilizan. Desde la Fundación Gerón así lo constatamos a diario ya que la gran mayoría de los 420 voluntarios con los que contamos en Andalucía superan los 65 años de edad. Personas que eligen dedicar su tiempo libre a hacer compañía a otros mayores que no han tenido tanta suerte como ellos, que se encuentran solos o no tienen recursos y que necesitan a alguien que les ayude a ir al médico, a hacer sus gestiones o simplemente a alguien que se tome un café y converse con ellos. Este espíritu solidario se ve sin embargo en demasiadas ocasiones pagado con la moneda de la marginación y la celebración del Día Internacional del Mayor también debe servir para denunciarlo.

Quisiera cerrar esta carta reivindicando una vez más el mérito, la valía y la capacidad de nuestros mayores de seguir dándonos tanto a cambio de tan poco y pidiendo a todos que encontremos un momento para acercarnos a ellos y darles nuestro sincero agradecimiento de la mejor manera que se nos ocurra. Al fin y al cabo, todos seremos algún día, con un poco de suerte, personas mayores.