Perico Sambeat. / LA VOZ
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El saxofonista Perico Sambeat firma disco que optimiza el acuerdo entre jazz y flamenco

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El nombre del saxofonista Perico Sambeat (Valencia; 1962) es una de las referencias ineludibles en la crónica del jazz español. Su biografía oficial subraya su traslado a Barcelona en 1982 para trabajar en el Taller de Mùsics junto a Zé Eduardo, un viaje a la New School de Nueva York en 1991 que lo puso en contacto con leyendas de la talla de Lee Konitz, Jimmy Cobb o Joe Chambers y su labor profesional junto a Steve Lacy, Fred Hersch, Maria Schneider, Tete Montoliu, Brad Mehldau o Pat Metheny, entre otros, en lo que supone un sobresaliente perfil formativo y profesional plasmado en su presencia en más de setenta álbumes, casi quince de ellos como líder o colíder. Pero más allá del aspecto curricular o cuantitativo, Perico Sambeat ha forjado su identidad en el jazz español gracias tanto a su evolución conceptual como a la riqueza de un discurso personal impulsado por sólidos criterios y donde el objetivo a medio y largo plazo ha primado sobre resultados inmediatos y efectistas.

Cinco años

Producido por el Instituto Valenciano de la Música de la Generalitat Valenciana, que presentó el proyecto en el Festival de Jazz de Xàbia 2007, Flamenco Big Band (Verve - Universal; 2008) se convierte ahora en la última constatación de ello. Después de cinco años de preparativos, Sambeat ha registrado en formato big band un álbum de composiciones propias erigido en flamante vuelta de tuerca del cada día más concurrido encuentro entre jazz y flamenco. Un territorio potenciado durante las últimas décadas y donde se han escenificado ejercicios ajustados en tiempo y forma pero que también ha sido testigo de numerosos y gratuitos proyectos, atraídos por la rentabilidad comercial de la fusión a la vez que repletos de tópicos y manierismos.

Las ocho composiciones de Flamenco Big Band exhiben una marca permeable en cuya estética concurren ámbitos flamencos como la bulería, los tanguillos o la soleá, modelos latinos del peso de la guajira y la construcción e improvisación jazzística. Como el propio Sambeat confiesa, el álbum ha superado el enfoque rítmico de aproximaciones precedentes para abordar de forma más plena las armonías y giros melódicos del flamenco en un formato de gran banda no muy habitual en esta conexión.

La nómina de colaboradores es notable y se ajusta en todo momento a la globalidad y densidad del proyecto. Ahí están la voz de Miguel Poveda, las palmas de Carmen Cortés o la guitarra de Gerardo Núñez, además del contrabajo de Javier Colina, la batería de Marc Miralta o el piano de Albert Sanz, habituales colaboradores de Sambeat desde hace años. La confluencia de intereses, liderada con soltura qunque sin excesivo protagonismo por los saxos alto y soprano y la flauta de Sambeat, se despliega a lo largo y ancho de setenta minutos durante los cuales el juego de partitura y espontaneidad discurre natural y preciso, sin afectaciones ni artificios. En el punto necesario para revalorizar el espacio compartido por jazz y flamenco, evitando con inspiración y oficio las lecturas superficiales y las dañinas concesiones a las que el enlace se ve a menudo sometido.