Editorial

Esperado acuerdo

La aprobación de la Cámara de Representantes estadounidense del amplio plan de rescate bancario propuesto por el Tesoro, y que había sido ya adoptado por el Senado en su versión modificada, acaba con la incertidumbre creada a raíz del inesperado rechazo del primer Plan Paulson destinado a comprar los activos tóxicos que amenazaban con arrojar a la quiebra a cientos de entidades bancarias. La mayoría de los congresistas ha cedido, finalmente, a las recomendaciones del Gobierno federal y a las presiones internacionales para que Estados Unidos hicieran frente a su responsabilidad al haber provocado las turbulencias financieras que han contagiado la economía mundial. No obstante, la administración Bush ha debido ofrecer concesiones, en forma de recortes fiscales y aumento hasta los 250.000 dólares de la garantía de depósitos, para vencer las resistencias de una opinión pública irritada por tener que pagar los platos rotos de Wall Street. El visto bueno del Congreso proporciona un notable respiro a la economía de Estados Unidos al borde del colapso tras el estallido de la burbuja crediticia, aunque no garantiza la inmediata recuperación de la confianza financiera. El plan de rescate logrará al menos disipar el peligro que acechaba a las entidades financieras y, al aliviar los problemas de solvencia y confianza, los bancos podrán reactivar los mecanismos crediticios interbancarios y el proceso de desapalancamiento podrá circular a una velocidad más lenta y razonable, lo que redundará en unas mejores valoraciones de los activos amenazados.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El desenlace de la enrevesada crisis política y financiera demuestra que pese a los obstáculos aparecidos en la estructura política norteamericana, el país ha reaccionado con rapidez para frenar las amenazas de quiebra. Desafortunadamente, Europa, con un poder político atomizado y una organización económica condicionada por una gran diversidad de intereses nacionales tendrá serias dificultades para adoptar medidas coordinadas que posibiliten una regulación uniforme de sus mercados financieros. Pero la cumbre convocada hoy en París por el presidente Sarkozy y la reunión de los ministros de finanzas señalada para la semana próxima ofrecen la oportunidad de poner los intereses de la Unión, de su moneda y su mercado únicos por encima de los intereses locales y nacionalistas de corto alcance.