Un policía intenta proteger a un inmigrante durante una marcha contra el racismo. / EFE
MUNDO

Palizas y guiños al fascismo en Italia

Un chino que esperaba el autobús en Roma, última víctima de la creciente serie de agresiones a extranjeros y episodios racistas

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La caricatura autoritaria de Berlusconi es inmediata entre sus adversarios y se habla de régimen cada vez que llega al poder. Al margen de distorsiones, es cierto que Italia vive dos fenómenos: una ola de palizas a inmigrantes y una lenta rehabilitación del fascismo, que en la calle se nota en una mayor presencia de la extrema derecha. Las palabras benévolas hacia Mussolini de dirigentes y ministros de Alianza Nacional (AN), partido postfascista, serán de cara a la galería, pero hay quien se las toma en serio.

La última racha de agresiones comienza en Milán hace dos semanas: un chico de 19 años de Burkina Fasso fue apaleado con barras de hierro hasta la muerte por el dueño de un bar y su hijo por robar unas galletas. Esta semana un estudiante de Ghana ha denunciado a seis policías municipales de Parma por arrestarle, darle una paliza y entregarle un sobre a su nombre con la frase Emmanuel negro que ha aparecido en todos los informativos. Es la misma comisaría donde hace dos meses fue fotografiada una prostituta nigeriana medio desnuda tirada en el suelo. El último episodio es de anteayer: un chino de 36 años recibió una brutal paliza de seis menores, de entre 14 y 16 años, cuando esperaba el autobús en Roma. Fueron detenidos y luego lloraban en comisaría, preocupados por la reacción de sus padres. En la misma zona fueron atacados dos africanos el lunes por otra panda de adolescentes.

La sección de incidentes racistas empieza a ser fija en los diarios, al menos en algunos. El lunes, en una escuela de Milán, una profesora indignada por el jaleo dijo a los padres adoptivos de una niña africana: «Señora, devuélvala a la selva».

El jueves, un vendedor ambulante senegalés fue agredido con un bate de béisbol en un mercadillo de Milán al grito de «nos robas el trabajo». Una somalí de 51 años, italiana desde 1984, denunció ayer lo que le sucedió en el aeropuerto romano de Ciampino. La tuvieron desnuda cuatro horas, acusada de tráfico de niños y venta de droga, aunque dice que sólo era una abuela que volvía con sus nietos de Londres.

A todos estos abusos se suman las pintadas callejeras, que en Roma son cada vez más frecuentes. Tras la muerte del africano de Milán y los seis inmigrantes asesinados por la Camorra en Castelvolturno se repitió una frase macabra: «Mínimas en Italia: Milán, -1. Castelvolturno, -6». Se ven esvásticas, cruces célticas, lemas fascistas y frases racistas. Ayer, incluso, aparecieron palabras contra Ana Frank.