Editorial

Economía de excepción

La inédita celeridad con que un juez de Manhattan decidió adjudicar la compra del Lehman Brothers al banco británico Barclays cerrando en menos de una semana un proceso de quiebra que habitualmente consume muchos meses de valoraciones y negociaciones, constituye otra de las significativas novedades de procedimiento que está aportando la crisis financiera más rápida y devastadora de las últimas décadas. En el plazo de una semana el cuarto banco de inversión de Estados Unidos, una prestigiosa institución de 158 años de historia, presentaba declaración de quiebra enviando un mensaje extremadamente pesimista a los mercados. Sin embargo, la reacción de las autoridades políticas y monetarias autorizando el rescate con dinero público de la gigantesca empresa de seguros AIG, introduciendo millones de dólares para dar liquidez al mercado y anunciando un conjunto de medidas de fuerte componente intervencionista logró contener la caída en picado de los índices bursátiles y de la confianza de los consumidores. A esta heterodoxa política intervencionista dentro de la economía más liberal del planeta se sumaba ayer la acción de una justicia administrativa que ha reaccionado también a la altura de los momentos convulsos autorizando a un banco británico comprar el negocio central del cuarto banco de inversión estadounidense simplificando los trámites habituales de forma excepcional salvando el empleo de la mitad de la plantilla del banco quebrado. La celeridad y capacidad de reacción del mundo financiero que habilita en plena fluctuación operaciones de innovadora ingeniería comercial y financiera permiten albergar la esperanza de que el ciclo de ésta crisis acorte los plazos respecto de los registrados en las grandes depresiones del siglo pasado.

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Si un banco español como el Santander puede plantearse la adquisición de una de las grandes cajas de ahorros norteamericanas, y los bancos estadounidenses con problemas acuden sin complejos a llamar a la puerta de fondos soberanos de origen chino o árabe, es patente que un mundo de economía financiera multipolar, ayudado por la revolución de las comunicaciones, tiene la capacidad de reinventarse y recuperarse con mucha mayor rapidez que en otras épocas. Pero como ha señalado el juez, James Peck, del Tribunal de Quiebra estadounidense al aprobar el vertiginoso acuerdo de adquisición del Lehman Brothers, esta decisión no puede ser tomada como precedente para el futuro. El intervencionismo estatal salvando pérdidas a costa de los contribuyentes o liquidando quiebras en una semana o inyectando sin límite dinero público en los mercados, constituyen recursos excepcionales para situaciones excepcionales, y cuanto menos se abuse de ellas menos perjudicados resultarán los pilares de las economía global.