EXPOSICIÓN

Historia de un títere

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Cuenta un antiguo relato hindú que "Parvati, la mujer del Dios Shiva, hizo un hermoso títere que escondía a los ojos de su esposo para que éste no lo viera y se enamorara. Llevó la muñeca a la montaña, y todos los días iba a visitarla y a adorarla. Pero el Dios Shiva, una vez, la descubrió mientras buscaba una flor. Se enamoró del títere, le dio vida y huyeron juntos".

Así de románticos recuerdan en la India la existencia de estos pequeños muñecos inanimados. Aunque no está muy claro su origen, se cree que fue en este país donde nació el primer títere. Más tardes, pasarían a Persia y Arabia, y de allí, a través de los gitanos, llegarían a Europa, atravesando Grecia e Italia, donde fueron gratamente acogidos.

Desde Egipto a la China, además de divertir, las marionetas participaban en ritos religiosos o explicaban antiguas hazañas. Durante la Edad Media, la Iglesia utilizó estas piezas para enseñar pasajes bíblicos al pueblo llano, sabedores del poder atracción que este espectáculo provocaba en ellos. Uno de los legados de esta etapa es la palabra ‘marionette’, vocablo francés que significa pequeña María. Pero su labor didáctica no duró mucho y la picaresca no tardó en apoderarse de estos seres. Fue en entonces, cuando las calles y ferias se llenaron de titiriteros narrando aventuras no exentas de humor y malicia.

No obstante, no en todos los países sucedió así. En Alemania, por ejemplo, las marionetas escenifican grandes obras de teatro y en Italia, se vestían con armadura y representaban momentos épicos de las Cruzadas.

Pero, ¿qué sería de un títere sin su titiritero? Uno de los más celebres artistas dedicado a este mundo fue Josef Skupa, quien creó la famosa pareja checa de títeres Spejbl y Hurvínek. A través de sus comentarios satíricos, el titiritero criticaba al imperio Austro-húngaro, del cual las Tierras Checas formaban parte. De esta manera, el artista animaba a su nación a no olvidar sus orígenes y revelarse ante el gobierno. Una vez creada la República Checoslovaca, en 1920, Skupa prosiguió con su tono de crítica en sus diálogos pero en esta ocasión, para resaltar los aspectos negativos de la recién estrenada sociedad checa. De aquella pasión por los títeres, hoy la República Checa es uno de los países europeos con más tradición marionetística. Quien visite el país lo entenderá.

Pero si no quieren ir tan lejos, Jerez acoge una muestra muy singular. ‘Títeres y titiriteros. La construcción de un oficio’ enseña al visitante los entresijos de este mundo.