CAMBIO. Delfín ha dejado de buscar el lado andrógino de sus modelos y sus creaciones. / EFE
Sociedad

David Delfín feminiza a la mujer Bernhayer, «un clásico»

El clan Almodóvar arropó un sonoro desfile en el que el creador dio otro giro a sus tendencias en la Cibeles Fashion Week

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David Delfín ha dejado atrás a las mujeres andróginas para feminizarlas con sobriedad y acierto. El joven diseñador madrileño nunca deja indiferente al auditorio de Cibeles, bien sea por su escenografía, esta vez muy vibrante, o por la corte que le acompaña, encabezada el martes por el clan Almodóvar. Su intención de marcar lo femenino coincidió con una tendencia dominante en la segunda jornada de la pasarela de primavera verano 2009. Unas mujeres también enriquecidas con buen pulso por Miguel Palacio y Ana Locking y llevadas a la refinada sutilidad por Juanjo Oliva.

La cierta atonía ambiental del lunes y el bajo nivel de la mañana del martes se levantaron de repente con la presencia de David Delfín . Sabe hacer de la pasarela un espectáculo y crear emoción. Bajo una escenografía animada por la eficaz luminotecnia presentó su siempre cuidada sastrería, especialmente para los hombres, con impecable corte y suavísimo popelín. Pero el patrón de siempre se quedó a un lado para dar paso a una mujer más sofisticada a la que marca la silueta con vestidos o pantalones plisados de forma esmerada. Es una ruptura que él llama 'Diastema', separación con lo anterior. El minimalista Delfín , sólo barroco hasta ahora en la ambientación, enjoya a las modelos con perlas y rubíes que adornan delicados vestidos, algunos en tono rosa maquillaje y otros en negro. Hasta se atrevió con el clasicismo del vestido palabra de honor de corte a la cintura, sencillo e impecable.

Unos tubos nasales como los que se utilizan dar oxigeno fueron el toque de extravagancia de este diseñador que cada vez pisa más firme. El auditorio aplaudió a rabiar: Pedro Almodóvar, Bibiana Fernández, Rossy de Palma, Miguel Bosé, Alaska, Beatriz de Orleans o Elena Benarroch, entre otros muchos VIP.

Riqueza

La mañana no se había animado hasta entonces. Empezó un Francis Montesinos más contenido que de costumbre, menos ampuloso. El diseñador valenciano siempre crea un estampado nuevo, que esta vez es más sutil y se emplea en faldas y vestidos envolventes, con vuelo, en tonos rosa y azul pastel. Como siempre, el punto bien sirve de complemento o se transforma en abrigos y vestidos ligeros.

Continuó la jornada Miriam Ocariz, que también apuesta por la feminidad en tejidos ligeros para vestidos y cuerpos con muchos drapeados. La sobriedad de la sastrería en Príncipe de Gales se combina con vestidos estampados de rosas que se rematan en puntillas. La diseñadora bilbaína quiere proponer así un verano más vistoso, algo más barroco que en colecciones anteriores.

Después llegó Jesús del Pozo, que centró su colección en la noche. El veterano creador se inspiró en los años veinte y presentó unos vestidos con flecos que se van enroscando al cuerpo. Ha dejado atrás su esencia, los volúmenes amplios y telas rígidas para utilizar las más ligeras, sin que se aprecie un nuevo camino definido.

Delfín sirvió después de impulso para una animada tarde. Miguel Palacio propuso una lujosa colección de noche. El diseñador vasco ciñe la silueta con corsé interior para elaborar vestidos cortos que marcan el tipo. El tejido se enrosca hasta adquirir formas florales. Hay escotes con un solo hombro que también se enriquecen con los mismos motivos; o vestidos que llevan otro superpuesto en el delantero dando una original apariencia. El largo va del mini, a la rodilla o muy largo, y los tejidos oscilan entre el popelín, a la seda labrada que recuerda el piqué, con aplicaciones de lentejuelas en hombreras y chaquetas.

Un recargamiento exquisito definió la colección de Ana Locking, que ha encontrado estilo propio al separarse de su anterior compañero, Óscar Benito. Vestidos en gasa envolvente -gris, azul tinta, ocre y beiges- evitan la transparencia con corsés interiores. (No son momentos para el aplauso fácil). «Sigo siendo un clásico, para la renovación ya están los jóvenes». El veterano Elio Berhanyer es claro a la hora de definir su amplísima colección -60 pases de mujeres, dieciséis de hombres- que introduce más colorido frente a su habitual oscilación entre el blanco y el negro. Vuelve a recuperar los sombreros años sesenta para recordar sus tiempos de dominio en la alta costura, y envuelve de gasas a la mujer en la noche, gasas que se ciñen a la silueta para dejar caer algún volante a la altura del tobillo. Sastrería en la tarde, una ma-drina el gris, y una espectacular novia cerraron un desfile que huyó de música estridente para ambientar con ópera de Verdi un canto gregoriano final, en un intento de escenografía distinta.

El modisto premiado Juanjo Oliva cerró la jornada. Sigue buscando la alta costura y la sutilidad dentro de formas arquitectónicas y para mostrar mejor sus depurados cortes eligió el blanco natural, los tejidos limpios y sin teñir, para mostrar una mujer chic, delicada, con adornos de encaje y un espectacular vestido largo rematado en el bajo con gigantes nidos de abeja.

Las joyas de Durán, con perlas y oro, dieron suntuosidad al recital de armonía.