LA HOJA ROJA

Sin novedad

El lunes, por tradición, no ha sido nunca buen día para el pescado. Pero este lunes, cuando a media mañana el Delegado Provincial de Educación, Manuel Brenes, o el político de turno, nos vuelva a decir, como cada año, que el inicio del curso escolar ha sido todo un éxito, estará todo el pescado vendido. Como si de una operación militar se tratara nos contará, como cada año, que la ausencia de incidentes habrá marcado una jornada en la que no habrá pasado nada de lo que todos sabemos que pasa. Porque aunque no todos los centros estén a punto, dirá que sí, aunque no todos los profesores estén incorporados, dirá que sí, aunque no todos los alumnos tengan asignada plaza, dirá que sí, aunque no todos los servicios complementarios estén en funcionamiento, dirá que sí y la única imagen que nos quedará será la de lágrimas y el trauma postvacacional que sufrirán los pequeños tiranos que por primera vez en su vida se dan cuenta de que el mundo es ancho y ajeno.

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Pequeños tiranos que, de momento, van ganando la partida -aunque se puede ganar una batalla y perder la guerra- gracias a este sentimiento de culpabilidad que nos han inoculado. Tenía ganas de que empezara el curso, reconózcalo. A los niños no había quien los aguantara ni un día más, dígalo sin miedo. Aunque sea como terapia. Me llamo X y estoy deseando que llegue el día 15 de septiembre. Hasta ahí, todo correcto. Que empiece el curso de una vez y que los horarios se racionalicen y que cada uno atienda a su juego, como decía Antón Pirulero. Pero entonces llega la Sociedad Española de Pedriatría Extrahospitalaria y le cuenta que tiene usted la obligación de facilitar la incorporación del niño al colegio, que los niños necesitan un par de semanas para adaptarse a la normalidad escolar, que necesitan paciencia y tranquilidad, y sobre todo que no les exija usted mucho. Y luego llegan los especialistas en cirugía ortopédica y le recriminan que las mochilas escolares acarrean problemas musculares a sus niños, que no pueden usarla más de un año, que los pupitres del colegio deberían ser regulables en altura y que para leer, necesitan un atril.

Y se pregunta usted en qué momento perdimos la cordura, el decoro y la vergüenza. Y se responde que fue justo el día en que se alteraron los papeles, en el que el colegio se ocupaba de la salud bucodental y del deporte escolar y a usted le tocaban las matemáticas y el conocimiento del medio -que debe llamarse así, porque es un conocimiento a medias, sólo Andalucía, no vayan los niños a pensar que hay vida más allá de Despeñaperros-. Fue justo el día en el que los libros iban a ser gratis, los colegios iban a dar desayunos y almuerzos y las plazas se iban a adjudicar por baremos susceptibles de todo tipo de chanchullo. No hay ejercicio más sano para la higiene mental que ponerse en el lugar del otro, intentar argumentar la postura contraria a la nuestra para darnos cuenta de que son cortinas de humo las que no nos dejan ver donde está el fuego, ni por el humo lo adivinamos.

La pasada semana una representante sindical de profesores decía, con toda la razón del mundo, que el colegio no tenía entre sus obligaciones la de conciliar la vida familiar y la laboral, que el colegio tenía sus horarios como los tenía una oficina, un ministerio o un puesto en la plaza, que el colegio tenía sus periodos de descanso perfectamente definidos y que si los padres se veían incapaces de afrontar estas adversidades que buscaran los mecanismos oportunos. Lo que aparentemente era un escándalo, yo la primera y la más escandalizada, es el meollo de la cuestión. Se quejan los padres del Colegio La Inmaculada -Cortadura- de que el autobús escolar no podrá atender a los nuevos matriculados porque la Delegación Provincial dice que el transporte escolar -que este año es gratis- tiene carácter interurbano. No han caído en la cuenta de un detalle, si lo que más puntúa para entrar en determinado colegio es la cercanía al centro ¿para qué necesitan los niños desplazarse en autobús? Cierto es que el acceso peatonal al colegio es prácticamente imposible pero eso es algo con lo que los padres contaban cuando solicitaron plaza en el mismo. Porque hemos reducido todo el problema de la educación escolar al frívolo y curioso debate sobre el tipo de centro que queremos para nuestros hijos. En Cádiz, la elección es simple porque no hay colegios privados y la mayoría de los concertados no se distinguen de los públicos más que en el uniforme. Pero los padres siguen optando por colegios que tradicionalmente han tenido un prestigio o una fama -aquello de cría fama y échate a dormir- o una supuesta clase social entre el alumnado que le va a permitir a sus hijos determinadas amistades. No creo que les importe mucho lo demás. De hecho, son muchos los padres que optan por un colegio concertado -la mayoría de confesión católica- y luego se escandalizan porque llevan a los niños a llevar nardos a la Patrona o porque les hacen rezar cada mañana ¿qué esperaban?

Porque no hay dos sin tres, nos faltaba la polémica del uniforme. Un ingrediente más que echar a la empanada mental que ya teníamos. Adela del Moral, directora del Andalucía, lo defiende hablando de elitismo frente a igualdad, y de lo que es más alarmante, de que el uniforme enseña a los niños a utilizar vestimentas adecuadas en cada momento -¿eso no lo tenían que enseñar los padres?- mientras que Rosa Giles presidenta del AMPA -¿alguien ha pensado lo mal que suena lo de AMPA?- del Carola Ribed no es partidaria porque la no obligatoriedad puede discriminar a los pobrecitos cuyos padres no le puedan pagar el uniforme, pero sí la Vans o la DS.

Y encima Manuel Brenes y algunos directores reclaman una mayor implicación de las familias en la escuela. Que por culpa de los padres se pierden los valores educativos, el esfuerzo, la capacidad y el mérito. Que sólo nos interesan autobuses, padrenuestros y uniformes. Que los árboles no nos dejan ver el bosque.

Más de lo mismo. Lo del lunes sólo es el trailer de lo que nos espera, pero no sólo en este curso. Y mientras tanto ¿a quién le preocupa que sólo un 28% de los niños que acaban la ESO quiere seguir estudiando?