CUARTO DE PALABRAS

La historia es así

El otro día me dio por cavilar, recibí un SMS mientras miraba con un amigacho a los soldaditos voluntarios en la plaza de España. No estábamos invitaos, lo que pasa es que a ninguna cabeza pensante le dio por poner en la zona azul el papelito ese de Prohibido aparcar hoy porque viene don Óscar, y mi amigo le había echado el euro a la máquina y se había ido a tomar café. A la vuelta, la presencia de muchos locales y la ausencia de su vehículo, lo despertó del todo y se puso a expresar su eterno agradecimiento a todo el Consistorio. La cuestión era saber dónde se había llevado el coche la grúa, por eso estábamos allí, delante de los soldaditos, y éste, con la sobredosis de espíritu del Doce que aquello le había producido y liquidada la lista de agradecimientos, ponía las manos así, apuntando, y hacía como si les disparara, pun (qué corte, «Tate quieto, joe») y pun, y pun, así que seguí con el pensamiento del SMS y por lo menos me los imaginé vestidos de gabachos

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«Me equivoqué con ese asunto» dijo años después Napoleón... Que no se hubiera equivocao y, además de los soldaditos de Russeaux, estaríamos construyendo hoy el Pont de la Josefine (o de la Constitution, que a lo mejor ni afrancesaos se nos iba del ánimo el yo lo impulsé primero), seguiríamos sin saber qué hacer con el Château de Saint-Sébastien y las chiquillas de La Viña en vez de Ainhoa se llamarían Paulette...

«Te imaginas leer mañana en el periódico Le président de Dépense Riche visite Cádix», le dije. «¿Y eso qué tiene que ver con mi coche?», «Na... pero mira este mensaje: Cariño, estoy sin saldo. Quedamos donde siempre, si no, llámame. Irene... Ni yo conozco a Irene ni na... Es como Napoleón, que Irene se ha equivocao con el asunto y me lo ha mandao a mí... eso le puede cambiar la vida». «A ti mi coche te la trae floja, pisha...» (La historia es así.)