EL FORO

Las taifas

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El Estado es un gigante al que sostenemos todos los contribuyentes. Un gigante con muchos apéndices y estómagos agradecidos. Hace unos dÌas, un viejo amigo se preguntaba en voz alta por la utilidad del medio centenar de diputaciones provinciales.

Supuestamente son las instituciones que sirven para el gobierno y la administración autónoma de las provincias y para ayudar en la gestión de la actividad municipal. Sinceramente, tengo muchas dudas acerca de su eficacia y su necesidad. Hubo quien hace años hacía chiste diciendo que España antes era una grande y libre y ahora son cien pequeñas y cabreadas. Habría que añadir que, además, mantenerlas cuesta mucho dinero a los españolitos. Espero que no me tache de involucionista.

Tengo claro que la descentralización del gobierno, la transferencia de competencias a las comunidades, tiene sus ventajas, pero también es cierto que el sistema dista mucho de ser perfecto y que el dinero público no se gestiona todo lo bien que serÌa necesario. Mil administraciones para mil taifas es un despilfarro lamentable porque, para más inri, las corruptelas están muy extendidas. Ser consciente de las lagunas del sistema provoca como poco cierto malestar al contribuyente cada vez que le animan a cumplir con el fisco con aquello de hacienda somos todos. Verá, una de las pegas del actual estado es que propicia la desigualdad entre los españoles. Y le pongo dos recientes ejemplos: La ley de dependencia.

Ésta es una ley nacional pero cuya aplicación depende de cada autonomÌa. ¿Cómo es posible que AndalucÌa la desarrolle con agilidad, con casi 100 mil personas ya acogidas a la ley, y Madrid sea la más torpe en su aplicación? ¿Tendrá algo que ver quién gobierna en cada comunidad?

Y un segundo ejemplo: La llamada Ley para la muerte digna. Andalucía se convierte, con su proyecto de ley, en la primera región que salvaguarda y respeta el derecho de toda persona a decidir cómo y cuándo morir. Éste debiera ser un derecho estatal y no autonómico ¿no le parece? Como tantos otros. La reciente historia de nuestro país está llena de agravios comparativos y desigualdades. Me temo que el futuro no es muy alentador.