Cindy McCain con su hija Bridget, nacida en Bangladesh. / AP
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La hija adoptiva del matrimonio McCain respalda a su padre

Todas las cámaras se centraban el martes en Cindy McCain, pero sobre todo en una adolescente a la que la esposa del candidato republicano abrazaba con cariño. La sorpresa saltaba al saber que se trataba de su hija adoptiva, Bridget. Muchos pueden pensar que el matrimonio había escondido la noticia, pero si no había salido antes es por la actitud de los McCain de proteger a sus hijos.

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La primera en buscar esa reclusión fue Cindy, quien fue acusada de drogadicta por un problema de adición a los calmantes. Un pecado confesado a los medios que George W. Bush aprovechó durante las primarias de 2000, en las que competía con el héroe de Vietnam.

Pero la artimaña más cruel fue emplear a la hija adoptiva de los McCain para desacreditar al aspirante a la Casa Blanca. «¿Usted estaría más o menos inclinado a votar por John McCain si supiera que es padre de una hija negra ilegítima?»

La esposa del senador cogió un enfado monumental al ver que se jugaba con su pequeña Bridget -actualmente tiene 17 años-, por lo que evitó desde entonces que fuera entrevistada. Cindy McCain es protectora con sus hijos -el senador tiene siete hijos de dos matrimonios-, pero más con esta niña que conoció en el orfanato de la madre Teresa en Bangladesh. Se interesó por ella cuando vio que tenía un labio leporino muy severo. Su caso era tan complejo que no podía ser operada en su país de origen, así que se la llevó a EE UU en 1991, donde inmediatamente fue adoptada por los McCain y le reconstruyeron el labio superior. Bridget ha dejado de lado los bulos que ha tenido tiempo de ver en Internet, para apoyar a su padre.