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Cayucos y pateras

Hace ya bastantes años por pura casualidad fui testigo de la llegada de una pequeña patera con inmigrantes subsaharianos a la playa de la Yerbabuena en Barbate, y aún, con el paso del tiempo no he podido olvidar ni borrar de mi mente aquella escena surrealista más propia de Pasolini que de la realidad. La realidad, por su alto contenido humano, superaba con creces la ficción. Lo que se ve a diario en televisión queda minimizado ante la crudeza real en vivo.

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Desgraciadamente el problema se agrava en verano de una forma alarmante y por lo que se ve la cosa no tiene más solución que la que se practica hoy, es decir, ninguna resolutiva y definitiva que termine con éste triste, lamentable y desgraciado problema donde esta en juego las vidas de seres humanos la mayoría de ellos jóvenes, niños y hasta bebés. Personas humanas como tu, y como yo, que están en apuros y necesitan le tiendan una mano.

Ni Europa, ni España, ni Marruecos encuentran la solución porque no la han buscado y le echan manos a leyes retrospectivas como un suave bálsamo para callar a los medios y a la opinión pública. España tiene el deber gobernativo y moral de llamar la atención de Europa por la situación geográfica de Andalucía puerta grande y eje de dos continentes que se ve asaltada y desbordada hasta el límite por ese mostruoso problema que llama al orden a las conciencias.

En la otra orilla, en la orilla pobre, sin trabajo y sin ilusiones las madres subsaharianas salen a las playas a la caída de la tarde por si desde la lejanía se acerca el cayuco que llevó a su hijo. Muchos no volverán jamás. Sus madres los siguen esperando Ante tanta tragedia, dolor e impotencia queda constancia la presencia de Ángeles de la Guarda, como Cruz Roja, Guardia Civil y muchos más que con cariño atienden a nuestros hermanos de color caídos en el más cruel olvido.