En la imagen, Yasuo Fukuda. /AFP
perfil | Yasuo Fukuda

Un político con 'sentido común'

El primer ministro japonés abandona el liderazgo sin que las cualidades de 'perro viejo' de la política por las que lo eligieron le hayan servido para reencauzar al país en un momento de incipiente crisis económica

TOKIO Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Yasuo Fukuda, el hombre que llegó a ser primer ministro de Japón precedido por su sobrenombre de 'Señor Sentido Común' deja el cargo como un 'Señor Abatido', sin que la veteranía le haya ayudado a sobrevivir en lo más alto.

A sus 72 años, Fukuda ha mostrado una acentuada querencia por la vieja escuela durante su ejercicio del poder, que abandona rodeado por muchos ministros que le superan en edad. Sin embargo, abandona el liderazgo de Japón sin que las cualidades de "perro viejo" de la política por las que lo eligieron le hayan servido para reencauzar Japón en un momento de incipiente crisis económica.

Fukuda es un perfecto miembro de la elite política japonesa: enemigo de las estridencias y miembro de una ilustre estirpe política, pues es hijo del ex primer ministro Takeo Fukuda. Y, en consecuencia, el dimitido primer ministro ha tratado de cumplir con todos los cánones del controvertido teatro político nipón durante su mandato.

Ha hecho todo lo posible por ofrecer una imagen de consenso; ha salvado la cara de Japón en la escena internacional con una organización digna de la cumbre del G8 en Hokkaido y ha mantenido bajo la alfombra los escándalos del partido.

Todo ello, descontado ya por el partido cuando lo eligió con los ojos puestos en la previsibilidad del hombre que ha desempeñado durante más tiempo el cargo de ministro portavoz en la historia de Japón: 1.289 días repartidos en los mandatos de los ex primeros ministros Yoshiro Mori y Junichiro Koizumi.

Su padre, su mayor ejemplo

Fukuda tuvo de quien aprender, porque en 1977 fue su propio padre quien en el cargo de primer ministro le abrió la puerta de la política. Desde entonces ha hecho honor al perfil que se le supone, el de un hombre que no hace demasiado ruido y que ofrece lo que se espera de él.

Casado y con tres hijos, Fukuda no fue siempre un perfecto cuadro del partido que ha dirigido Japón casi ininterrumpidamente desde el fin de la II Guerra Mundial. Nació el 16 de julio de 1936 en Takasaki, en la provincia de Gunma, y, tras una infancia y juventud propias de la clase acomodada del momento, estudió Ciencias Políticas y Empresariales en la Universidad de Waseda, en Tokio.

Desde 1959 hasta 1976 trabajó para la petrolera Maruzen (ahora Cosmo Oil) y fue destinado en Estados Unidos entre 1962 y 1964, razón por la que habla un supuesto fluido inglés del que no ha hecho gala durante su mandato. Dejando a un lado su pasado como petrolero, Fukuda entró en política en 1977 como secretario privado de su padre hasta 1989.

Su padre, su mayor ejemplo

Al año siguiente fue elegido por primera vez parlamentario y desde entonces no ha fallado en ninguna de las cinco ocasiones en las que se ha renovado el parlamento desde entonces. Tras la renuncia de su predecesor, Shinzo Abe, acosado igual que él durante todo su mandato por bajísimos niveles de popularidad, Fukuda fue elegido vencedor por el aparato del PLD en el duelo que lo enfrentó a otro político con pedigrí, Taro Aso, el entonces ministro de Exteriores.

Desde entonces, ha tratado de mantener una política conciliatoria con los vecinos poderosos, sobre todo China, y al contrario que el carismático Koizumi no ha visitado el polémico templo Yasukuni en ninguna ocasión como primer ministro.

Entre sus logros también cuenta el hecho de que ha logrado engatusar a Corea del Norte para que desentierre un asunto capital para la opinión pública japonesa: el asunto de los japoneses secuestrados por agentes norcoreanos en los años 70 y 80. A pesar de las zancadillas que le ha puesto la oposición, Fukuda se ha afanado también por continuar con la renovación de los cargos orgánicos de la alta administración y por manejar la economía en un momento con nubes negras en el horizonte.

Pero, menos de un año después de ser elegido, Fukuda abandona el Gobierno haciendo equilibrios para esconder lo errático de su liderazgo, con su rival Taro Aso convertido en un poderoso secretario general del Partido Liberal Demócrata y en hombre fuerte de la política japonesa.