MODA. Valentino posa antes de entrar a la premier del documental sobre su trayectoria. / AFP
Cultura

Valentino eclipsa el primer día de competición en la Mostra

El director japonés Takeshi Kitano y el alemán Christian Petzold fueron los encargados de abrir ayer el festival

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La presencia del diseñador italiano Valentino en el Festival de Cine en Venecia ha rematado la tendencia que se ha marcado en las ediciones de 2008 de Cannes y Berlín de «importar», de Madonna a Maradona, sus ganchos publicitarios desde otras disciplinas.

La fiesta que dió anoche Valentino en el edificio de la colección Peggy Guggenheim de la ciudad de los canales contó con la presencia de actrices como Gwyneth Paltrow y Uma Thurman, un poder de convocatoria equivalente al de toda la maquinaria festivalera de Marco Müller, director de la Mostra.

Con el documental Valentino: The Last Emperor, cuya premier se celebró ayer y recoge la trayectoria profesional del diseñador, Venecia remata una tendencia para esta temporada que comenzó en una Berlinale sumamente musical el pasado febrero, inaugurada por Shine a Light, el documental sobre los Rolling Stones de Martin Scorsese que llevó a la capital alemana a la mítica banda.

Por otro lado, los encargados ayer de inagurar la sección de competición del festival fueron el director japonés Takeshi Kitano y el alemán Christian Petzold con dos películas y grandes palabras; porque para uno el arte es un sueño tangible y para el otro el amor es imposible en la miseria.

Propuestas

Akires to kame (Aquiles y la tortuga) es la propuesta de Kitano para hacerse con el que sería su segundo León de Oro, que obtuvo en 1997 con su Hana-bi y completa la trilogía sobre el arte y el espectáculo, que comenzó con Takeshis (2005) y continuó con Kantoku-Banzai (2007).

Al igual que hiciera Cervantes con su Quijote, a fuerza de criticar y de reirse del artista, pero reconociendo el valor de su idealismo, Kitano convierte su película en una verdadera obra de arte contemporáneo.

Frente a cualquier idealismo de los sentimientos se estrellan en cambio los personajes de Jerichow, la película de Petzold, que como Sancho Panza pone los pies en la tierra, hasta el punto de que Laura, la protagonista que interpreta Nina Hoss, llega a afirmar: «No se puede amar sin dinero». La película sirve también para mostrar una sorprendente Alemania, la depauperada región germano-oriental de Wittenberg, tan pobre que no es lugar para los inmigrantes.

Con ambas películas, la sección de competición de la Mostra arranca entre los vericuetos del alma humana frente a la propuesta de entretenimiento que fuera de competición ofrecieron el miércoles los hermanos Coen con su Burn after reading.

La competición continuará mañana con la francesa Inju, la bête dans l'ombre, dirigida por el alemán Barbet Schroeder, y la esperada The burning plain, producción estadounidense del mexicano Guillermo Arriaga.