DETALLE. Un 'dantzari' ofrece un 'aurresk'u de respeto ante Pepín Liria en su despedida. / EFE
Sociedad

Brillante estreno de Fuente Ymbro

La ganadería gaditana llevó a Bilbao una corrida muy seria con dos toros sobresalientes

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La primera corrida de Fuente Ymbro que se jugaba en Bilbao dio muy buena nota de promedio. Por todo. Primero, por la fachada.

No hay año que no se lidie en agosto y en Bilbao eso que se llama, sin más, una corrida de Bilbao. Pero no había terminado de salir una que lo fuera sin la menor reserva. Y fue de pronto ésta. Media de 560 kilos, corrida abierta de líneas pero pareja. Igual de serios los seis toros pero diferentes.

El de más llamativo pelaje, un primero cárdeno salpicado, careto o nevado, fue el que menos puntos sumó. Pero después del toro del estreno, ya se echó la corrida adelante. Toros encastados los cinco restantes. Además de bravura, el segundo y el sexto sacaron calidad. El sexto llegó a planear por las dos manos. El segundo se empleó con seriedad. Juan Bautista tuvo el detalle de aplaudir al segundo en el arrastre. El Fandi, la generosidad suficiente como para no esconderse con el sexto sino todo lo contrario: lucirlo, dejarlo ver y ser. El ritmo tan vivo y sencillo de ese sexto fue la mayor gloria de la corrida. Se estaba hablando de las calidades del segundo hasta que rompió a embestir ese último, que puso tan alto el listón. Las templadas carreras y los cumplidos embroques de El Fandi en banderillas tuvieron esta vez la virtud de avivar al toro, que, después de la segunda vara, pareció apagarse un poco y que en un quite previo incluso se había ido suelto de sólo el primer lance. A su querencia. El Fandi no lo corrió por delante ni pretendió pararlo con la mano en el testuz, como acostumbra, y el toro rompió al fin.

La faena, abierta de rodillas en los medios y de lejos, descubrió el son del toro desde el primer embroque. La fijeza, la clase y la nobleza iban a verse después a lo largo de una faena tesonera, desmañada, segura y fácil. No hubo remate con la espada.

Tampoco culminó con el acero Juan Bautista la faena al tan notable segundo. Fue trabajo firme, sereno y asentado. Templadas tres tandas con la derecha. Como era toro montado, no dejó a Juan Bautista pasar por las buenas. Dos pinchazos antes de una estocada buena. Tanto Juan Bautista como El Fandi lucieron repertorio con el capote en un derroche. En recibos y quites: a la verónica, largas cambiadas, lances de costado, recortes, delantales, medias a pulso.

Tercero y quinto entraron en el saco de los toros que auparon la corrida. Pero de otra manera. Lustroso, de soberbia quilla pero poco cuello, el tercero, muy vivo, fue también algo llorón. De sus galopes en banderillas sacó tajada un Fandi en plenitud de facultades. Como el toro no descolgó pese a emplearse sin descanso, a la faena de muleta le faltó armonía. No era sencillo gobernar los viajes a media altura. El quinto, que era una escalofrío, y tal vez el toro más serio de toda la semana, derribó en la primera vara por los pechos el caballo que montaba el gran picador francés Jacques Monnier. La caída dio impresión de lesión grave. Bien sangrado, el toro vino en tromba a la muleta. Juan Bautista lo esperó, aguantó y libró de largo en un cite temerario.

La fiesta arrancó con el homenaje que en Bilbao se rinde a quien torea en Vista Alegre por última vez: un dantzari bailó en honor de Pepín Liria el aurresku de respeto antes de hacerse el paseo. Pepín brindó el primero de su lote a la ganadera Dolores Aguirre. Para subrayar la deuda del torero con la ganadería, que le ha dado triunfos fundamentales. Pero no sirvió el toro.

La puntita de temperamento del cuarto de corrida, que echaba la cara arriba más de la cuenta, no animaba precisamente a echar la casa por la ventana. Pepín resolvió el asunto sin echarse adelante ni tampoco para atrás.