Jerez

Estambul

CALLE PORVERA La primera vez que pisé Estambul sentí una enorme decepción. Esperaba conocer una de las ciudades más misteriosas del mundo y, en un principio, me encontré de lleno con una realidad que no se correspondía con las descripciones que había leído en un gran número de libros. En una ciudad donde hay unos 15 millones de habitantes los días son demasiado caóticos para mí que estoy acostumbrada a vivir en una localidad donde hay sólo 200.000 personas.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

No obstante, a medida que pasaron los días mi percepción de Estambul fue cambiando de forma importante. Tengo que reconocer que encontrarme en mi aventura (y la de mi hermanita preferida) a dos personas como Antonio y Damián me ayudó bastante. Gracias a ellos, un matrimonio simpatiquísimo de Alicante, conseguimos descubrir una ciudad donde la noche nada tiene que ver con el día. Donde la belleza de Santa Sofía o la Mezquita Azul te invita a tomarte un té en el restaurante más caro de la zona sin que te duela el bolsillo en ese momento y donde consigues olvidarte -aunque sea temporalmente- de esos problemillas que te taladran la cabeza.

Así que cuando dejé Estambul, hace ya más de una semana, me fui con la sensación de que me faltaban más días para disfrutar de esa magia que sí es real.

En cuanto a Capadoccia... tengo que reconocer que es muy bonita, pero una ya no está para tantos trotes, para subir y bajar por cerros, ni tiene ya tanta paciencia para hacer cada 20 minutos -en un viaje de más de 1.000 kilómetros por carretera- paradas para fotografiar piedras con diferentes formas reconocibles o no. A pesar de ello, vayan a Turquía, si pueden, y vean Estambul a la luz de la luna.