Mercedes Chilla, la infiltrada

Esta tarde, cuando se haga la presentación de las doce finalistas de lanzamiento de jabalina, y rodeada de atletas germanas, europeas del este, una cubana y una china, habrá una jerezana menuda dispuesta a seguir haciendo historia. Mercedes Chilla ya la hizo al convertirse en la primera lanzadora española en acceder a una final olímpica. pero la española, que pasó con la cuarta mejor marca de la calificatoria, no renuncia a más.

«Estar ahí es una pasada, pero ahora lo voy a dar todo. Estoy muy contenta y lo que venga será de más», dijo la andaluza al lograr su sorprendente y autoritaria clasificación para la final.

A sus 28 años, Chilla sigue progresando en una especialidad que hasta su irrupción había dado pocas alegrías al deporte español. Pero hace dos años, esta jerezana de 1,65 y 60 kilos -poco que ver con las moles que tendrá hoy a su lado- dio a España su primer metal en jabalina al ser bronce en el Europeo de Gotemburgo. El pasado año, las cosas se torcieron y en el Mundial de Osaka no pudo estar al nivel que hubiera deseado, pero ha recuperado sensaciones para estar entre las doce mejores de los Juegos.

Su entrenador de toda la vida, José María Vega, ha sido el encargado de moldear y exprimir las cualidades de una lanzadora que comenzó su relación con el atletismo a través de las pruebas combinadas, para centrarse definitivamente en la jabalina. En Chapín se entrena mañana y tarde, de forma profesional desde que en 2001 abandonara los estudios universitarios de Magisterio de educación física en Puerto Real.

Hoy peleará en Pekín con las más grandes del planeta, y apelará a las cualidades que le han llevado a la final. «No tengo ni el cuerpo ni la musculatura de mis rivales, pero ganas le echo. Y tengo muy mala leche».