José Antonio López Esteras y Antonio García Barbeito / EFE
Cultura

García Barbeito, un «contador de historias ambulante»

El columnista, poeta y escritor cerró en el Hotel Monasterio de El Puerto el 'Foro de Verano de ABC'

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El poeta, escritor y articulista, Antonio García Barbeito, clausuró ayer el Foro de Verano de ABC, en lo que a las citas con El Puerto de Santa María respecta, con una conferencia titulada Mi íntimo universo, en la que rindió homenaje a los personas que conforman su propia historia.

El suyo fue un agradecimiento hacia los personajes y circunstancia que rodearon su infancia y la vida de sus primeros años en Aznalcázar, el pueblo del Aljarafe sevillano que le vio nacer y crecer. Personas que se han convertido en personajes literarios y que, asegura, «siguen ayudándome muchísimo a la hora de escribir».

Con el propósito -logrado por otra parte- de «no ser pesado», como sugería en el Diccionario de Cipriano Telera el difunto Antonio Garmendia, García Barbeito comenzó una disertación tras la presentación de José Antonio López Esteras, presidente del grupo Jale.

En ella, el articulista de ABC aclaró, a modo de introducción que «tengo más de enfermo que de médico, por eso en los artículos me quejo más que curo».

De sus orígenes literarios explicó que se hizo escritor «por la necesidad de contar cuanto me habían contado» en unos años en los que las circunstancias de su entorno «no estaban para muchas alegrías».

Apenas era un niño cuando soñaba «ser un contador de historias ambulante». Su curiosidad natural le permitió hacer acopio de personajes suficientes para contar historias, «pero me faltaban las palabras».

El problema es que en casa no había más libros de estudio que el misal y los tebeos. Pero le enriquecían personajes de su Aznalcázar natal, como esos dos hermanos solteros, treinta años mayores que él; o El Brújula, un borracho de su pueblo al que abrazaba cada vez que veía «con su olor a taberna agria», porque «a falta de literatura, mis referencias eran gentes vivas».

Así fue presentando al gigantón que vendía helados en la calurosa sobremesa sevillana o la solterona que se asomaba tímida entre los visillos y que descubrió que había perdido a un novio que se había ahogado en el río.

Más tarde llegó su encuentro con la literatura que, junto a lo que tenía dentro, fue dando forma al «verdadero ladrón de palabras sueltas que soy».

Barbeito confesó que guarda relatos de una querida que lo fue durante treinta años de un señor casado de doble moral y que, «si mi condición de vago lo permite», pretende recoger en una novela para la que ya cuenta con ofertas de un par de editoriales.

El escritor desveló que su primer universo «fue la casa donde nací: una especie de Casa de Bernarda Alba, pero sin Bernarda Alba».