HUMILLADAS. Un tanque del Ejército ruso se pasea por las inmediaciones de la ciudad de Gori sembrando el pánico entre la población georgiana. / AFP
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EE UU presiona para liberar Georgia

Condoleezza Rice exige en Tiflis «la retirada inmediata de las tropas» rusas, que mantienen bajo su control el norte y el oeste del país

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«Se trata de un plan de arreglo, no de una capitulación». Ésta fue la explicación ofrecida por el presidente, Mikhail Saakashvili, tras más de cinco horas de una reunión con la secretaria de estado estadounidense, Condoleezza Rice, que concluyó con la rúbrica por parte del dirigente georgiano del plan de paz diseñado por la Unión Europea. Saakashvili firmó porque «Georgia está en medio de una ocupación y necesita un alto el fuego para ayudar a los damnificados y procurar la retirada de los ocupantes».

Las fuerzas rusas controlan el norte y oeste del país y no sólo no han retirado sus tropas, sino que siguen realizando incursiones cada vez más importantes en territorio ajeno. Aunque el mandatario georgiano no quisiera hablar de derrota, la sensación general es de pesimismo, ante la poca efectividad que ha demostrado hasta el momento la diplomacia para obligar a Moscú a retirar a su armada. El sentimiento de derrota comparte espacio con el de abandono por parte de la comunidad internacional, extremo que confirmó el presidente al acusar a la OTAN de «falta de implicación».

Con la cuestión de la integridad nacional por encima de todo lo demás, Saakashvili adelantó que «la soberanía sobre Osetia del Sur y Abjasia es inapelable». Esta postura fue respaldada por Rice quien aseguró que «el plan no prevé un nuevo estatus político de Abjasia y Osetia del Sur, pues su contexto se basa en las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que reconocen la integridad territorial de Georgia».

La enviada de la Casa Blanca exigió a Rusia «la retirada inmediata de las tropas» y pidió la apertura inminente de un corredor que permita la entrada de ayuda humanitaria a las zonas más afectadas. Los analistas locales insisten en que mientras quede un soldado ruso en suelo georgiano la guerra no habrá terminado, por ello Rice respaldó la presencia de «observadores y fuerzas internacionales imparciales», en referencia a las nada neutrales fuerzas de paz desplegadas por Rusia en la zona desde hace tres lustros, a las que Tiflis acusa de proteger a los independentistas.

De momento no hay presencia internacional, ni siquiera en forma de ayuda. Las zonas bajo control ruso permanecen infranqueables y los que de allí huyen hablan de la política de tierra quemada que están aplicando las fuerzas regulares y los paramilitares prorusos que les acompañan.

El gran reto es lograr ahora que el presidente ruso, Medvédev, firme también el plan y luego se ponga manos a la obra para cumplirlo. Este va a ser un extremo muy complicado para un líder que, como el resto de dirigentes rusos, pide la cabeza de Saakashvili por su agresión a la población de Osetia del Sur. Su rúbrica es la más importante y la última que falta, ya que el líder separatista suroseta, Eduard Kokoiti, y el abjaso, Serguéi Bagapsh, también se han adherido al acuerdo.

Tiroteo

El control ruso de ciudades como Gori deparó situaciones como la del tiroteo al coche de la viceministra de Reintegración, Elene Tevdoradze. «Sólo quería entrar para mostrar a la población que el Gobierno está con ellos, pero nada más ver el vehículo nos dispararon. Intentamos hacer el trayecto a pie, pero tampoco recibimos permiso ruso», dijo la viceministra.

Este tipo de ataques, unidos al avance de una columna de blindados que volvió a sobrepasar Gori y llegó a estar a menos de sesenta kilómetros de Tiflis, mantienen en todo lo alto la tensión en el Cáucaso y convierten cualquier plan de paz en papel mojado.