A LA ESPERA. Polígono de Miralrío, en Chiclana. / ROMÁN RÍOS
Ciudadanos

Los empresarios denuncian la falta de suelo industrial

Cifran en 10 millones de metros cuadrados la carencia de superficie, el 50% de la actual

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Quien tiene un terrenito calificado como industrial tiene un tesoro en la provincia; o no sólo el suelo residencial se paga a precio de oro. La Confederación de Empresarios de Cádiz ha vuelto a la carga con una de sus denuncias más antiguas (y no por ello más atendida): la falta de suelo industrial para que empresas de fuera monten su negocio o las de aquí puedan ampliar sus instalaciones cuando lo necesiten. No hace mucho tiempo advirtieron que un millar de compañías habían reclamado una parcela y se habían encontrado con la nada. La lista de espera crece día a día.

«Las empresas no entienden de trabas administrativas y no esperan», resume Manuel Gómez, portavoz de la asociación y responsable de la guía que actualiza cada cierto tiempo la CEC y refleja el estado real de los polígonos gaditanos. Pues bien, en esta revisión del verano de 2008 se ha constatado la ligera ampliación de los recintos existentes (de 93 a 105) pero el inmediato agotamiento de la escasa superficie que había disponible y el alza de sus precios. A día de hoy, Cádiz suma poco más de 20 millones de metros cuadrados industriales. La confederación cree que hacen falta de forma urgente otros 10 millones, el 50% de lo que existe de una tacada.

La realidad, mientras tanto, arroja el siguiente panorama: en muy poco tiempo se han agotado los metros de unidades como las de Cantarranas, Cortijo Real, El Chaparral II y La Casona de Lis. Igualmente, dos grandes focos de reciente oferta, como el Agroalimentario de Jerez y el Tecnobahía en El Puerto, apuran sus últimas plazas. A corto plazo, se espera el Fadricas II y el Puente de Hierro en San Fernando. «Algo es algo, aunque será insuficiente en poco tiempo», remacha el representante de la patronal gaditana.

«Prácticamente, la Bahía no tiene ni un solo metro», advierte Manuel Gómez, quien admite por un lado «el esfuerzo y el interés de la Administración» por impulsar la generación de suelo, pero que avisa de que las tan anunciadas ayudas a la reindustrialización para la implantación de nuevas empresas se frenarán en seco si no se arregla el problema de los polígonos industriales.