Opinion

Despliegue ruso

La contraofensiva lanzada por el Kremlin tras la intervención militar de Georgia en la región rusófila de Osetia del Sur con un imponente despliegue de fuerza confirma la determinación de Moscú de convertir la crisis caucásica en una ocasión propicia para reforzar su influencia en la región y frenar los intentos de las ex -repúblicas soviéticas de incorporarse a la OTAN. La presencia de Vladimir Putin en la zona de guerra avaló la escalada de las acciones del ejército ruso que en la batalla por Tsjinvali, la capital de Osetia del Sur, lanzó operaciones a gran escala incluyendo el bombardeo de zonas de Georgia lejos del escenario bélico y el movimiento de su Flota por el Mar Negro. Con el Consejo de Seguridad de la ONU paralizado y los mediadores europeos reflejando su impotencia en las estériles llamadas al alto el fuego, el Gobierno de Georgia no encontró otra salida que anunciar unilateralmente la suspensión de las acciones militares, en un intento de frenar el avance ruso y abrir una mesa de negociaciones que minimice los daños de una opción equivocada que no ha logrado el esperado respaldo occidental.

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En esta situación la exigencia de Estados Unidos y la UE de que Rusia garantice la integridad territorial de Georgia como condición a un alto el fuego que abra paso a conversaciones de paz parece una opción poco realista. La colisión de los intereses rusos con los occidentales en el Cáucaso, que ha desembocado en una confrontación bélica de tres días, se ha decantado en la primera fase a favor de Rusia y sus aliados osetios. Pero un tablero en el que se juegan bazas petrolíferas, estratégicas y militares todavía quedan muchas piezas por mover. El problema para las posiciones occidentales reside en la dificultad para conciliar su reciente apoyo a la segregación unilateral de Kosovo con la defensa de la integridad territorial de Georgia. Tras la declaración de alto el fuego de Georgia, pese a las reticencias rusas, debe abrirse en los próximos días una tregua que facilite la atención a las víctimas y afronte la crisis humanitaria antes de convocar una mesa de negociaciones con arbitraje internacional que trabaje para encontrar un estatus aceptable para las partes, descartando terminantemente el empleo de la guerra para resolver el viejo conflicto de las ex republicas del Cáucaso.