ENCANTADOS. Los Príncipes de Asturias, con el campeón. / EFE
CICLISMO

Felicitación real

«Estaba feísimo en el podio», le dijo Samuel Sánchez a los Príncipes

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En el ciclismo no hay días festivos. Pekín amaneció con su bufanda de niebla habitual. Aunque con una variación: llovía. Aquí el cielo es del mismo tono con agua o sin ella. Es una ciudad sumergida en gris. Tampoco, llueva o no, varía la temperatura. Ya se sabe antes de abrir la ventana: calor y agobio. Como si el aire estuviera usado. «No veas la sudada que hemos pillado Alberto (Contador) y yo haciendo rodillo». Ayer no salieron a la carretera. No querían mojarse. Era día de tregua tras el éxito en la prueba de ruta y la contrarreloj del miércoles. Sin pausa. «Aquí hay que sudar todos los días». Pedalear, comer y dormir. La pauta ciclista. «Pues mira, he dormido como un ñiño. No he soñado con nada».

Ayer, en su primer día como campeón de ruta, Samuel seguía corriendo. Venía de una noche a pierna suelta y de compartir risas con sus compañeros, con Sastre, Contador, Freire y Valverde.

Las bromas y la cena con los Príncipes en la Casa de España apenas de dejaron ver una ráfaga de imágenes de la carrera. «El sprint y poco más. Bueno, y el podio». Las lágrimas. «Sí, estaba feísimo». Felicísimo. «Lo había apostado todo al Tour y a estos Juegos. Llegué a dudar sobre si había acertado. En el Tour fui séptimo, pero... Si no ganas una etapa, parece que no has hecho nada. Y a los Juegos vine sabiendo que iba a ser una carrera loca, que habría que tener fortuna». La tuvo, aunque no le quitó el sueño. Cumplido.