Evo Morales, durante un acto público en Bolivia. / AP
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Las urnas deciden el futuro de Evo Una quechua fustiga a Morales desde Chuquisaca

El presidente, el vicepresidente y ocho gobernadores del país se someten al veredicto de los electores para saber si continúan en sus cargos

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«Se necesitaría una bola mágica para saber qué va a suceder después del 10 de agosto». La opinión no es de ningún sesudo analista, pero refleja la zozobra de los bolivianos sobre el futuro del país después del referéndum de hoy. La sentencia es de Teresa Chávez, encuestada por el diario 'La Razón', que agregó pesimista: «Parece que no se va a arreglar nada y que las cosas van a ir de mal en peor».

Según el matutino, el «proceso electoral genera incertidumbre y desconcierto». Varios analistas y observadores estiman que la polarización del país que enfrenta al Gobierno de Evo Morales, de 48 años, con siete de los nueve prefectos del país, difícilmente podrá ser superada por esta consulta, cuyos resultados van a ser, seguro, objeto de distintas interpretaciones según se cotejen con los baremos de la ley electoral o los introducidos por la Corte Nacional Electoral.

Las papeletas están divididas en dos franjas horizontales. La superior pregunta: «¿Usted está de acuerdo con la continuidad del proceso de cambio liderado por el presidente Evo Morales Ayma y el vicepresidente Álvaro García Linera?». La inferior dice: «¿Usted está de acuerdo con la continuidad de las políticas, las acciones y la gestión del prefecto del departamento?». Las respuestas sólo pueden ser sí o no.

Refundación

El gobernante aymara, que pese a los conflictos sociales que arrastra casi desde su llegada al poder mantiene una popularidad del 50%, confía en superar la prueba y que el número de votos en contra no supere el porcentaje con el que ganó en 2005 (53,74%). Sólo así podrá seguir intentando la «refundación» de su país mediante la nacionalización de los recursos naturales y la redistribución de las tierras a campesinos pobres e indígenas.

En el otro lado de la balanza están los prefectos (gobernadores), que consideran que las medidas gubernamentales amenazan sus recursos y su financiación. Mantienen un duro pulso con el Gobierno e incluso han llegado a declarar su autonomía tras unos referéndos que el Ejecutivo no reconoce.

La ley les beneficia porque sólo podrán ser revocados si el 'no' supera el 50%, sin tener en cuenta el porcentaje con el que fueron elegidos, entre el 35% y el 43%. Sin embargo, como protesta, cuatro de ellos están una huelga de hambre y el de Cochabamba, Manfred Reyes, no aceptó someterse a la votación al asegurar que seguirá «siendo prefecto hasta 2009». «Fui electo hasta ese año», aseveró.

También el de Santa Cruz, Rubén Costas, cabecilla del bastión opositor, manifestó que las «autonomías no están en peligro nunca porque éste es un proceso irreversible». Ante el riesgo de quedar fuera de juego si no se sometía a la consulta, Costas decidió acceder. «No vamos a dejar la cancha sola al señor Morales», explicó. Precisamente a esta ciudad, la principal del país, llegaron el viernes observadores españoles -una parte de los trescientos enviados por distintos países- que verificarán la transparencia de la jornada electoral.

Al menos, los movimientos sociales que mantenían bloqueos y protestas hicieron un alto para permitir las votaciones de unos cuatro millones de electores, pero mañana los mineros, maestros y discapacitados volverán a tomar las calles para reclamar al Gobierno cambios en la ley de pensiones.

De todas formas, el ministro de Exteriores, David Choquehuanca, denunció ante el cuerpo diplomático acreditado en Bolivia que los comités cívicos y los prefectos opositores son «grupos antidemocráticos» que con acciones violentas pretenden «sabotear y empañar» el referéndum revocatorio, el primero desde que en 2004 fue incluido en la Constitución.

Cierta estabilidad

Pese a todo, Morales ha logrado imponer cierta estabilidad. Desde que asumió la presidencia el 22 de enero de 2006, ha llegado a la mitad de su mandato rompiendo recientes récords ya que desde 2003 Bolivia ha tenido cinco presidentes y la mayoría se vieron obligados a renunciar tras violentos disturbios en los que se produjeron algunas muertes.

«Evo está a favor de la gente pobre y nos apoya mucho con plata. Por eso le agradecemos mucho y queremos que siga adelante», dijo a agencias de prensa locales Paulina Jurado, una anciana modista de la populosa urbe.

Conforme a la ley electoral, hasta mañana está «prohibida la circulación de vehículos particulares, oficiales o de servicio público que no lleven la autorización de la Corte Nacional Electoral (CNE)», tampoco se venden bebidas alcohólicas ni se puede portar armas. Un grupo de militares denunció que el Alto Mando se opone al presidente porque han ordenado a las tropas permanecer acuarteladas, por lo que no podrán votar.

La suerte está echada. Evo prometió que volvería a cultivar coca si pierde. Se da por garantizada la permanencia de su peor enemigo, el prefecto de Santa Cruz. Según los pronósticos, dos o tres gobernadores quedarían en el camino, lo que dejaría vía libre Morales. La prefectura de Chuquisaca es la única que no está obligada a acudir al referéndum de hoy y además goza de la exclusividad de ser gobernada por una mujer, la indígena quechua Savina Cuellar: opositora, autonomista y hasta hace poco analfabeta.

La razón de la exención está en que el pasado 29 de junio, Cuellar fue elegida para el cargo con todo el reconocimiento de la ley. Su predecesor, que formaba parte del Movimiento al Socialismo (MAS), tuvo que poner pies en polvorosa y refugiarse en Perú, cuando una muchedumbre asaltó su casa tras los violentos disturbios contra la Asamblea Constituyente, a finales del año pasado, en los que fallecieron tres personas y alrededor de trescientas resultaron heridas.

La indígena, de 45 años, se ganaba la vida vendiendo ropa usada hasta que gracias al programa de cooperación cubana 'Yo sí puedo' aprendió a leer y escribir. Con 19 años ingresó en la Federación de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa, afín al presidente Evo Morales, que en aquel momento despuntaba como líder cocalero y que con el tiempo inició su carrera dentro del MAS. El divorcio entre Savina y Evo se produjo en 2007 cuando la indígena renunció al escaño parlamentario y se apartó del partido que se negaba a otorgar la capitalidad plena a Sucre.