Diez razones

No hace falta estrujarse mucho la imaginación para encontrar otras tantas o más razones que conduzcan al mismo resultado. Por ejemplo: comprarse un último modelo de coche o mantener un/una amante sin compromiso.

Tener hijos y verlos crecer, llegando al desarrollo completo de su personalidad, significa la aventura más excitante que una persona puede correr. Y no hay en el fondo más que un motivo para tenerlos: lo que todo el mundo entiende por amor. Amor que se traduce en generosidad, en la búsqueda de la felicidad mediante la entrega al otro que comienza con la entrega al esposo/a (palabra más expresiva y de mayor profundidad que la más general de 'pareja') y que continúa con la entrega de ambos al nuevo ser.

Verlos crecer, aprender de ti, madurar, pasar por la explosión de la adolescencia, llegar a la madurez que se muestra en el ejercicio de la libertad, que es el objetivo de toda educación generosa y entregada, conforma, repito, la aventura más apasionante y que mayor felicidad reporta a las personas.

Todo esto se entiende bien si pensamos menos en nosotros mismos, en nuestros caprichos y en las necesidades de una vida que tiene mucho de artificial y de superfluo .

Federico Die Cortés. Cádiz