Economia

Acciona guarda una llamada a Enel si su malestar por Endesa es real

El matrimonio civil que forman Acciona y Enel en Endesa -por el cual una sociedad conjunta controla su devenir, pese a que la segunda posee más del 66% del capital social- tiene sus días contados. La única duda es si el divorcio llegará en las fechas que ambos sellaron por contrato en su día (entre marzo de 2010 y de 2012, pero sólo si existe una situación de bloqueo), al formalizar una relación que entonces parecía prometedora o, por el contrario, habrá una ruptura no amistosa y el asunto quedará en manos de los abogados y, en última instancia, los tribunales. A juzgar por las posiciones aparentes de uno y otro, en la eléctrica italiana están más bien por la segunda opción, mientras que en el grupo español de construcción y servicios no tienen prisa alguna por mover ficha.

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Más aún, según fuentes del mercado bien conocedoras de la situación interna en la que fuera primera eléctrica española (ahora rebasada por una Iberdrola objeto del deseo de muchos), en Acciona también se han planteado como posible escenario dicha ruptura, en modo alguno deseada pero que tampoco resultaría traumática para sus planes.

La piedra filosofal de la estrategia de Acciona es el contrato suscrito con Enel el 26 de marzo de 1987, un documento con 23 estipulaciones generales, una treintena de puntos tratados más en detalle y una letra pequeña estimable que se distribuye a lo largo de más de medio centenar de folios. El equipo de Entrecanales lo esgrime como si fuera su Biblia, y no es para menos porque a la vista de su contenido se encuentra en una posición ciertamente ventajosa para dirimir casi cualquier conflicto con Enel.

Por ejemplo, aunque existen determinadas materias reservadas que deberán contar con el voto favorable de Acciona y Enel dentro del consejo de Acciona, el devenir ordinario depende del presidente y el consejero delegado.

Tanto es así que, según las fuentes citadas, en el grupo español insisten en que «la gestión no está compartida como se pretende hacer creer (en clara alusión a sus socios), sino que está en manos de sus ejecutivos máximos», con «la particularidad» -añaden- de que en caso de desacuerdo el presidente «siempre tiene la opción de acudir al consejo, en el que cuenta con voto de calidad».