SERVICIO. La Peña Barcelonista Gaditana era antes el Bar Solano. / FOTOS: VÍCTOR LÓPEZ
CÁDIZ

Recuerdos de un tiempo mejor

Solano es una de las calles del casco antiguo de la ciudad que ha visto mermada su población con el paso de los años

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Los tiempos cambian y las calles sufren las consecuencias de una evolución inevitable. En un pasado la calle Solano era un hervidero de personas, las casas de vecinos estaban repletas de familias donde hasta cuatro generaciones compartían vivienda, antiguos ultramarinos abastecían la zona, y salas de fiesta alegraban las noches de aquellos noctámbulos a los que les gustaba deambular al amparo de la oscuridad.

Ahora ya nada es como antes. Bien es cierto que sigue manteniendo el encanto de uno de las calles del casco antiguo de Cádiz y su cercanía al Falla lo inunda de vida durante el carnaval; pero como explican los vecinos la calle se ha despoblado bastante en estas últimas décadas. Los inquilinos han dedicido cambiar las antiguas casas de vecinos por modernos pisos en Puerta Tierra.

José Troncoso es el dueño de Los Niños, una pequeña tienda de textiles que abrió el 1 de agosto del ya lejano 1960. Durante este tiempo se han mudado muchos vecinos y otros tantos ya han desaparecido, y mientras tanto José ha atendido a cuatro generaciones de clientes.

Uno de los recuerdos que más añoranza trae al dueño del establecimiento es de cuando él era joven. Por aquella época veía todas las noches a Santiago Donday cruzar Solano en busca de su casa en la calle Concepción, que atraviesa la anterior. Así en mitad de la madrugada se despertaba escuchando a este cantaor gaditano, cuyo verdadero nombre eraSantiago Sánchez Macía.

En la calle hay varias casas de vecinos y aunque unas cuantas se encuentran en bastante mal estado otras han sido restauradas dentro del plan de Rehabilitación del Casco Histórico de Cádiz, es el caso del número 15.

De esta casa de vecinos «dicen que es más antigua que el teatro Falla», como comenta una de las inquilinas. Luisa nació en este inmeble y lleva viviendo allí toda la vida. Sus padres eran los arrendatarios del primer piso y ella cuando se casó se mudó a la tercera planta.

Hace ya cinco años acabaron las obras de rehabilitación y ni siquiera durante ese tiempo vivió en otro lugar. Luisa recuerda cómo tenían que pasar por el corredor con tablas de madera, pero «el resultado ha merecido la pena» como ella misma afirma. Antes tenían que compartir la cocina y el baño. Por aquel entonces vivían más de treinta vecinos en la casa, pero ya la situación se ha regularizado y viven en una típica casa de vecinos «en tan buen estado que incluso salió en un almaneque» indica la vecina, cuya madre fue casera del lugar.

Muchos establecimientos han cerrado y otros han abierto en su lugar. Lo que ahora es el refiino ante fue una tienda de bebidas. Justo en la esquina, frente al número 15, había una finca y debajo una lechería donde se podía comprar el blanco líquido en la cantidad que se quisiera, llevando tu propia jarra.

Otro de los establecimientos más antiguos de la calle es la frutería, aunque ha cambiado de dueños. Ahora se llama Frutería Hermanos Moreno (de Conil). La actual dueña, Petri Moreno, lleva ya diez años encargándose del establecimiento. Antes se encargaba del local un hombre que trabajó allí durante 32 años y lo traspasó a Petri al jubilarse. Toda la fruta de temporada es del campo que el padre de la dueña tiene en Conil. Todos los almacenes pequeños de la zona han tenido que cerrar y esta pequeña frutería se mantiene «gracias a una clientela bastante buena y fiel» como explica Petri.

En junio de 1995 abrió la Peña Barcelonista Gaditana Migueli. El nombre de ésta homenajea a Miguel Bernardo Bianquetti, uno de los futbolistas más relevantes de la historia del FC Barcelona.

Antes el local era el conocido Bar Solano. La gente mayor de la zona decía que también era un local de alterne, con un apartado. «Era un bar de noche, donde iban algunas novias de gente de dinero que acudía a la sala» comenta Cecilio Rubio, uno de los clientes de la peña.

El Bar Solano no era el único de este tipo en el lugar. A espaldas del Falla se encontraba también una sala de fiestas, lo que lo convertía en una zona muy visitada por las noches.

Jorge Calduh, el dueño de la peña, es el único socio fundador y además lleva el bar. Este culé nació en Barcelona y como les pasa a muchos de los que hacen la mili en esta ciudad, conoció a su novia y ya se quedó aquí. Ahora la peña se ha convertido en el lugar de reunión de los hombres de la zona y es extraño encontrarlo en algún momento del día silencioso y vacío de recuerdos de un pasado en el que la calle desbordaba vida.

La Farmacia San Rafael es otro establecimiento testigo del paso de los años. Fue hace ya cincuenta y ocho años cuando Alfonso Pérez fundó esta botica en la esquna de Solano con San Rafael, mucho antes de que se abriera la clínica del mismo nombre. Ahora en la farmacia trabajan también sus dos hijos, Teresa y Miguel, que ayudan a su padre con el negocio. Como destaca Alfonso, han habido muchos cambios «antes vivían los abuelos, los padres y los nietos en la misma casa, ahora en la calle sólo quedan los abuelos». Ésta es la sensación general que queda entre los vecinos de la calle.